El Barça visitó ayer Cornellá como en casa visitábamos a mi tía Francisca de Hospitalet. Era tanto su complejo por ser de allí que aunque nosotros íbamos con total naturalidad y nunca hicimos ningún comentario despectivo del lugar, ella nos recibía con la susceptibilidad a flor de piel y había que ir con mucho cuidado de no decir nada que fuera malinterpretable. Mucho amor pero tensión máxima. Para el Barça era un partido incómodo: para el Español, el partido del año, tal como la tía de Hospitalet, que pese a la facilidad con que parecíamos irritarla, nuestra visita era lo que más esperaba. Preparaba una magnífica crema catalana; tan magnífica como la ocasión que tuvo Jurado solo ante Ter Stegen, y que absurdamente desperdició chutando demasiado cruzado. El Español empezó mandando, con una miy trabajada presión que obligaba al Barça a salir muy vertical y no podía. Jugaba muy “sherry” el Español, apretado como los jerezanos llevan las americanas.
Un cuarto de hora tardó el Barcelona en templar el encuentro, se hizo con el balón y empezó a jugar con calma. Cornellá, que no se llenó, se impacientaba. El partido embarrancó en la irrelevancia, en la vulgaridad, sin ninguna idea identificable en ningún equipo, y no había manera de que el Barça fuera preciso en los pases largos. El presidente de la Generalitat, Carles Puigdemont, en el palco, iba vestido como un empleado de Deacthlon el día que la lleva al cine y luego a cenar a La Flauta.
El Español parecía cansado y todavía no habíamos llegado a la media hora; el Barça corría por el campo con las luces apagadas y aunque lo más probable parecía que el Barça ganara marcando en cualquier jugada aislada; aunque los tres de arriba tenían el día gandul, no se replegaban con el equipo y ello permitía al Español tener sus opciones, o para ser menos inexactos, sus opcioncitas. Las defensas se imponían a los ataques. Hasta el tiempo se aburría y pasaba muy despacio. Sopor. Ninguno de los dos equipos logró disparo entre los tres palos durante la primera parte. Buen trabajo de los dos centrales del Español: sin ellos el partido no habría sido tan aburrido, pero tampoco su equipo hubiera llegado con el empate al descanso.
Pobre imagen de los azulgrana, sobre todo en comparación a lo visto en el Bernabéu. Ganar al Madrid no sirve de nada si luego los puntos se regalan ante equipos menores o se hace el ridículo en la Champions. Partido digno del Español, que se defendía con orden y rigor de lo poco que era capaz de hacer el Barça.
La segunda parte empezó en el sentido totalmente contrario, porque el Español falló en defensa y el Barça estuvo brillante en ataque. Jurado, con una frivolidad impropia de un jugador de su talla, quiso pasársela desde medio campo a su portero, y lo hizo tan a la brava, y tan sobrado, que Suárez leyó perfectamente la trayectoria del balón y pudo fusilar a placer a Diego López, que nada pudo hacer para evitar el gol. Era la jugada aislada en la que el Barcelona confiaba y en tantas ocasiones ha decantado partidos como el de ayer. Pero era pronto para decirlo, porque todavía quedaba casi toda la segunda parte.
El Español reaccionó bien y no le perdió la cara al partido. Baptistao, más rápido, entro por Caicedo. Sin tomar más riesgos defensivos de la cuenta, Quique Sánchez Flores no renunciaba al empate. El Barça buscaba el segundo con ataques compulsivos y demasiado cortos, sin posesiones largas para tratar de minimizar la capacidad de los locales de sorprenderles.
Pese al evidente cansancio, el Español insistía en su bello modo de entregarse. El Barcelona continuaba administrando con poco cuidado su ventaja pero su osadía tuvo premio y Rakitic cerró el partido con un disparo suave y colocado tras una buena jugada de Messi. Con todo resuelto, Suárez aprovechó otro regalo del Español para conseguir el tercero. La Liga sigue viva y el Barça errático. Este equipo puede ganar y perder contra cualquiera, en su peligrosa mezcla de talento y caos.
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