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Blogs French 75 por Salvador Sostres

El diálogo con Dios

Salvador Sostres el

Gresca

Provenza, 230
934 516 193
Barcelona

Sala Barra 9, resto 5
Servicio Mireia, 9; resto 6
Cocina 9,75

Rafa Peña es el más delicado cocinero de Barcelona. Lleno es de Gracia. Se triunfa con lo que no se aprende, Coco Chanel lo dice, y es el caso de este chico concentrado en su talento. En su talento y nada más. Después de Ferran Adrià, yo no sé si ustedes se han fijado, los cocineros empezaron a dar explicaciones. Platos con nombres que tardan más en decirse que en comerse, afectadas estupefacciones por un hierbajo que viene de Ceylán, o aún peor, de África.

Todo en Rafa Peña remite a su talento y la única explicación es cada plato. No quiere sorprendernos, ni educarnos, ni escandalizarnos. Tampoco quiere demostrarnos lo bien que cocina. Simplemente es un genio, y sólo Andoni Adúriz y Ángel León alcanzan su finura, el aire angelical que la cocina de Robuchon tenía y retiene en algunos quiebros todavía.

Aunque podríamos citar muchos platos cumbre de Rafa Peña, logros absolutos en que el tiempo se detiene, no tiene demasiado sentido hacer aquí una enumeración de lo que ayer estuvo en la carta y puede que mañana haya sido sustituido por una idea mejor. No es prudente acudir a Gresca y pedir. Es más inteligente, y más culto, dejar hacer al xef, que por supuesto cocina con mucho más interés cuando hace lo que da la gana que cuando tiene que atender a ese tipo de cliente tan molesto, y tan poco preparado, que se piensa que porque paga puede pedir lo que le da la gana. Es terrible el daño que ha hecho la democracia. Si la Iglesia ha permanecido intacta durante más de 2000 años es porque sólo vota el Espíritu Santo.

Con su talento en el centro, Rafa resuelve también las absurdas querellas entre la cocina clásica o creativa. Lo único que importa es el diálogo con Dios y hay cocineros que hablan con Dios y luego mucha oración desatendida. En la cocina de Rafa hay siempre algo que te reclama más allá de tu condición de comensal. Es por esto y sólo por esto por lo que merece vivir, por lo que hace que nuestros días puedan ser inmortales.

Que la Michelin insista en premiar a pollerías e ignore a Gresca demuestra que está muerta y que la biblioteca que merece es la basura. Los que alguna vez vivimos aferrados a sus ediciones, hoy sólo podemos sentir vergüenza ajena y una infinita nostalgia.

Si son sólo dos personas, resulta imprescindible la barra con vistas a la cocina. El bar es menos cómodo pero más sexy que el restaurante clásico. Mireia, la esposa del xef, es la jefa de sala, y con su punto de mala leche, pone en la debida tensión al cliente que se relaja. Un poco como las porras policiales, que tantas veces estilizan y dan vigor al espíritu antijerárquico de tanto manifestante extraviado.

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