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Blogs French 75 por Salvador Sostres

Me siento mujer

Salvador Sostres el

Alonso de Mendoza reflexiona en uno de sus acertadísimos vídeos sobre el caso del neozelandés Gavin Hubbard, que se presentó al Internacional de Australia celebrado en Melbourne alegando que se siente mujer, que ahora se llama Laurel, y que quería participar como tal en la prueba de levantamiento de peso. La demanda de Hubbard, con apariencia y condiciones físicas perfectamente masculinas, fue atendida y naturalmente ganó la competición.

Lo siento restrospectivamente por Ivan Lendl, a quien hoy le bastaría sentirse como Chris Evert un par o tres de semanas para ganar el Wimbledon que siempre se le resistió y una generación de aficionados al tennis nos habríamos ahorrado toneladas de la más amarga frustración. Al fin y al cabo, todo hombre tiene su parte femenina. “Sí, pero la mía es lesbiana”, sonrió Silvio Berlusconi cuando todavía podíamos decir algo.

Si a cada momento basta el propio sentimiento para que cada uno pueda exigir ser considerado hombre o mujer, me pregunto si cuando la policía acuda a detener a un hombre por la denuncia -cierta o falsa- de su novia o esposa, aceptaremos con la misma naturalidad que el presunto pueda alegar que hace días que se siente señora, y que lo que iba a ser considerado violencia doméstica, y penado con la cárcel, pase a ser una anecdótica falta apenas castigada con calderilla.

El género no es una ideología, ni una construcción social, ni como sociedad podemos permitir que los viejos resentidos de siempre expriman la angustia de los que sufren una falta de identificación con su esquema corporal para filtrar su totalitarismo disfrazado de causa justa cuando acabar con nuestro modelo de convivencia y nuestro sistema de libertades es su única razón de ser.

Ayudaremos a los que padezcan y lo haremos con soluciones concretas para sus casos concretos, basándonos en la humanidad y en la misericordia, pero el caso Hubbard ilustra cómo la ingeniería social sólo lleva al caos, que es lo que sucede siempre que el Hombre se aleja de su naturaleza. Conocemos por trágica experiencia el oscuro final que nos aguarda cuando tratamos de suplantar al Creador. El Papa Ratzinger lo dijo: “La ciencia sin Dios conduce a Auschwitz”.

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