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Blogs French 75 por Salvador Sostres

Deconstructing Albert

Salvador Sostres el

Salir al encuentro de Dios es la actitud fundamental del hombre, que se justifica sólo por su fe. Pero no es fácil, ni cómodo. Por eso el budismo tiene tanto éxito, y el yoga, esas dos espiritualidades de centro comercial para gente que no quiere pagar el precio ni mucho menos esforzarse. Gente.

Ciudadanos es exactamente esta fe de tetra-brick para los facilistas, para los del atajo. Entre la estética de “es como Armani, pero mucho más barato”, y la vacua alegría de un anuncio de desodorante. Tanta impostura en el deje que se olvidaron de contener algo. Tantas lecciones a los demás que se ruborizan cuando acudimos a reclamárselas. Ser de derechas es más difícil. Ser liberal es increíblemente más complicado. El principio de realidad estropea los buenos titulares. No se llega a la verdad profunda del conservadurismo con capas y más capas de maquillaje.

Bien, Ciudadanos ha crecido en parte por algunos votantes populares desencantados con su partido. Y es comprensible, para qué vamos a engañarnos. Comprensible por los errores del PP, sobre todo relacionados con los fallos en la vigilancia contra la corrupción; comprensible por un cierto abandono de una agenda política que concretara los valores del centro derecha, que son los valores de La Civilización; y comprensible también porque el presidente Rajoy carece de las habilidades de un crack mediático, y esto en nuestro tiempo es un defecto notable.

Pero la respuesta razonable a este indiscutible conjunto de imperfecciones no puede ser lanzarse a los brazos de los que quieren hacer negocio con la pantomima de lo que desearíamos. Ciudadanos promete honradez, regeneración democrática y transparencia, pero su primer ofrecimiento a los españoles es un acuerdo con el partido que nos hundió en la crisis y que, lejos de mostrar arrepentimiento y de haber corregido su funesto paradigma económico, pretende derogar todas aquellas medidas y reformas que nos sacaron del agujero. Rivera pretende, además, encasquetarnos a un presidente como Pedro Sánchez, no pese a su mediocridad sino precisamente porque es mediocre, con la intención de que nadie le haga sombra en su afán por llegar a La Moncloa en la próxima legislatura.

¿Es eso transparencia? ¿Es eso nueva política? ¿Es eso regeneración democrática? ¿Es tanto narcisismo tolerable cuando no sólo prescinde de los intereses de los españoles sino que deliberadamente los pisotea para su mayor lucimiento en el espejo? ¿Quién se ha creído que es Albert Rivera para decirle al ganador de las elecciones que no puede encabezar un gobierno? ¿En nombre de qué democracia? ¿Quiere Albert, como Artur Mas, corregir en los despachos lo que las urnas no le dieron?

La admiración acrítica por Ciudadanos de una parte de la intelectualidad española tiene que ver con la falta de estabilidad personal de los que ven en el derribo del Gobierno un modo de canalizar su fracaso vital, su falta de moderación, la dejadez intelectual de no asumir la complejidad de la realidad, y ese tic entre pueril y golpista del todo o nada en lugar de la paciente inteligencia reformista. Politiqueo de bar de facultad de letras. Retórica de “personal coach” para ahorrarse la introspección -y la humildad- del confesionario.

Tenemos mucho por mejorar pero muchísimo más por preservar. Los jinetes de la nueva política, encaramados en sus lecciones de falsa superioridad, ya han demostrado que tienen como mínimo todos los defectos de los políticos aseados. Estamos a la espera de conocer si poseen algunas de sus capacidades.

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