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Blogs French 75 por Salvador Sostres

Estos chicos tan cansados (Leído en Herrera en COPE)

Salvador Sostres el

Lean hoy a Gistau. Léanlo siempre, claro. Pero hoy tiene toda la razón cuando habla de los llamados nuevos políticos, que andan todo el día quejándose del poco espacio que tienen para ellos mismos, de lo asediada que se ve su intimidad, de lo cansado que es dedicarse a la política y de lo que llegan a necesitar desconectar.

¿Se puede ser más cursi? ¿Se puede ser más quejica? No recuerdo a Aznar ni a Felipe quejándose de no tener tiempo libre. No recuerdo a Suárez lamentándose como una señorita aficionada de lo que le exigía la política. Ni me suena que Franco se cogiera la baja por estrés. El estrés -mi abuela lo decía- es la enfermedad de la gente que no quiere trabajar.

Lo de Albert Rivera y Pablo Iglesias el otro día en la tele, haciéndose las víctimas del trabajo que tienen, ha de hacernos dudar muy seriamente de que estén llamados a dedicarse a lo que aspiran. Cualquier persona capaz de ser presidente del Gobierno cree que los astros conspiran para que llegue a serlo, y no tiene ninguna duda de que és el Elegido, ni pretende ahorrarse ningún esfuerzo para conseguirlo. Su melagomanía multiplica sus fuerzas, no necesita descansar ni se queja de nada más que de la distancia y el tiempo que le queda para llegar al poder.

“Yo pensaba mejor cuando no tenía que trabajar tantas horas en Podemos”, ha llegado a decir Pablo Iglesias. No creo que chicos que necesitan desconectar estén preparados para aguantar la tensión de regir los destinos de una nación próspera y libre. No creo que los que necesitan pasear de incógnito con su novia puedan soportar el peso del Estado en sus espaldas. No recuerdo a Felipe, ni a Aznar, ni a Suárez ni a Franco quejarse de que tardara tanto en llegar el fin de semana.

Primero, porque en cualquier caso, les habría dado vergüenza quejarse. Segundo, y más importante, porque mientras lucharon por el poder y lo ostentaron nunca estuvieron cansados, y sólo la opsición, o la jubilación, les sumió en el profundo agotamiento vital, espiritual y moral de no seguir siendo ellos el corazón del poder, la tensión y el nervio.

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