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Linchar a la Iglesia (Leído en Herrera en COPE)

Salvador Sostres el

Grandes titulares, extra, extra: “El Papa investiga un caso de pederastia en un colegio del Opus”. Con qué avidez el populismo relativista magnifica cada problema que tiene la Iglesia. ¿Habrían gastado letras tan grandes si el colegio hubiera sido público? ¿Iría en portada si el profesor fuera de Educación para la Ciudadanía?

No hay nada tan fácil, ni tan barato, ni tan bienpensante, como linchar a la Iglesia. Quien no la hace no está de la moda. Corre, hazlo tú también, si no quieres que te llamen facha. Es la nueva caricatura del que quiere hacerse el valiente. 

Pero no eres valiente. Eres un cobarde. Porque es de cobardes atacar a quien sabes que no va defenderse.

La Iglesia como cualquier obra humana está sujeta a nuestra mortal imperfección, y en una comunidad tan inmensa es imposible que no estén representadas todas las categorías humanas. Tal como hay periodistas asesinos, hay curas asesinos. Tal como hay médicos drogadictos, hay curas drogadictos. Tal como hay sindicalistas pederastas, hay curas pederastas. Pues claro. ¿Estás ahora más tranquilo? La Iglesia no es perfecta, ni son perfectos sus hijos. Nunca nos hemos cansado de admitirlo.

¿Pero qué otra institución es capaz de tanto amor como la Iglesia? ¿Qué gobierno, organización o estamento es tan caritativo? ¿Qué oenegé es capaz de llegar a los más recónditos rincones del mundo con su mensaje de amor, y con su pan, y con su vino?

Conocemos los defectos de la Iglesia, y sabemos que todos los defectos se parecen, y que es imposible erradicar el mal de la Tierra. 

Pero tú que insistes en tus dramáticos titulares, dime: ¿qué virtudes tienes tú que puedan compararse a las de la Iglesia? ¿A quién has ayudado hoy? ¿A quién ayudaste ayer? ¿Cuánto cobras por hacerte el solidario hurgando en la miseria ajena? ¿Qué parte de tu salario compartes con los protagonistas de tus sórdidas historias, a los que tanto dices defender? ¿Cuándo fue la última vez que pagaste un precio, aunque fuera simbólico, moral, metafórico?

Mientras lo piensas te diré que podríamos llenar cada día todos los periódicos que se imprimen en el mundo entero con verdaderas historias de amor protagonizadas por hombres de Dios al amparo de la Iglesia. Historias enormes e historias diminutas, todas al límite del abismo, todas al límite de la vida. Todas suspendidas en la emoción de quien ama, todas salvíficas.

Mientras intentas recordar la última vez que hiciste algo que de un modo u otro no redundó en tu beneficio personal, permíteme que te recuerde que millones de hombres y de mujeres que sirven a Dios y a la Iglesia se ponen cada día en pie para multiplicar con sus manos y su amor el milagro de los panes y los peces. Y andan sobre las aguas más turbias para tomar la mano de quien se hunde, y se sumergen en la enfermedad para rescatar del sufrimiento a quienes todo lo daban por perdido. Y siempre a cambio de nada, y nunca quejándose. Y siempre descontando la fatalidad, y la tristeza, y la soledad; y convocando con mucho más amor la difícil esperanza.

¿Cuál fue tu última vez en el dolor estremecido de ternura? ¿Cuál fue tu última mirada limpia de cinismo, tu último titular en favor de la gran sonrisa del mundo?

Tal vez un poco de modestia no te haría ningún daño. No lo digo por mí, lo digo por ti. Nosotros no estamos ni enfadados. Todos los sentimientos están resumidos en el Calvario y Cristo te perdonó en la mismísima Cruz.

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