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Rubalcaba y los talones de Aquiles

Federico Ysart el

Se pueden decir simplezas, lugares comunes, pretender quedar bien siempre y con todos; muchas cosas se pueden hacer en política, pero tratar de seguir engañando al personal es indigno.

El candidato socialista dice que no quiere adelantar más las elecciones. No ha sido una buena señal para su público. Estando las cosas como están, y presumiendo que el candidato sabe lo que hacer para que no sigan como están, sus fieles le suponían con hambre de balón. Como la de aquel Belauste, el peneuvista de la Selección Nacional que en el Olímpico de Amberes, gritó “A mi Sabino, que los arrollo”, y entró en la portería contraria tras arrollar a los tres defensas, portero incluido, que se le pusieron por delante.

No estamos en esa. Han pasado noventa años, Rubalcaba no es Belauste y la Furia Española pasó a mejor vida, sepultada por la extraña conjunción del buenismo y del juego sucio que han marcado los últimos tiempos. Parece como si el candidato a suceder a Zapatero pidiera tiempo para zafarse de las sombras de su propia ejecutoria en el Gobierno. Cuatro meses son pocos y su vicepresidencia fue demasiado intensa como para diluirse en la memoria.

Y así, taimadamente va sembrando de pequeñas ideas lo que hay que hacer y no hizo. Pronto las publicará en un libro programa. El fin de semana le tocó turno al pacto de una política de rentas, que no está mal. Para ello, siguió, habría que revisar el acuerdo salarial existente hasta el 2012, lo cual es hoy tan razonable como lo era cuando se firmó hace un año, con él en el Gobierno.

Un acuerdo social, explica, en el que respetando la autonomía de las partes -clausula de estilo insalvable-, los sindicatos incluyan la moderación salarial y los empresarios la moderación de beneficios, destinando estos una parte a la creación de empleo. Dónde quedaría la productividad, uno de nuestros talones de Aquiles, o los ingresos de la Hacienda Pública, otra de nuestas debilidades, o la capacidad de inversión, que también, no merecen la atención de los asesores del candidato.

Ni del candidato, aunque tras su paso por la presidencia de la comisión de Subsecretarios debería conocer como pocos el estado de los talones de Aquiles de nuestra economía.

Política
Federico Ysart el

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