Lo menos que cabe esperar de un oráculo es que su voz sea más consistente que la del ventrílocuo haciéndose pasar por el difunto en una sesión de espiritismo. Y si está adornado por un premio Nobel, con mayor razón, aunque sea el de Economía.
Ciertamente, el llamado premio Nobel de Economía no es tan Nobel como los de Física, Química, Medicina, Literatura y Paz; su título exacto es Premio del Banco de Suecia en Ciencias Económicas en memoria de Alfred Nobel, y fue instituido en 1968, setenta y tres años después de los que creó el ingeniero, inventor y químico sueco.
Paul Krugman lleva una larga temporada desprestigiando el premio del millón de dólares que la Real Academia Sueca de las Ciencias le regaló en 2008. Cuatro años antes había recibido el Príncipe de Asturias a las Ciencias Sociales.
Obviamente no todos sus análisis son erráticos pero de cuando en vez suelta juicios como aquel, 2010, “España es el corazón de la crisis”, acompañado de una exculpación del gobierno ZP que pasó a los anales de las falacias políticas más notables.
Poco después, 2012, elogiaba el no de Rajoy al alcance del ajuste del déficit que le pedían desde Bruselas pero se mostraba escéptico sobre la reforma laboral. “La otra opción, escribía en el NYT, es una deflación relativa gradual, o salida del euro y devaluación”. Ahí quedó aquello. Y el mismo año auguraba para España un posible corralito bancario.
También en 2012 daba por segura una inminente salida de Grecia del euro. Han pasado tres, y ahora se sorprende de que el gobierno de Tsipras no tuviera un plan B tan simple como la salida del euro, para mejor negociar su permanencia. Pese a su desengaño fue uno de los más conspicuos defensores del referéndum del NO, y sigue opinando que tarde o temprano los griegos soltarán amarras.
Y, dimensión política de progre, piensa que si Grecia dejara el euro, empezaría su recuperación y ello sería un ejemplo para otros movimientos políticos que podrían pedir lo mismo. Podemos made in Princeton.
El galardón que adorna bajo su firma le fue concedido por sus escritos sobre una nueva geografía económica y principios del comercio internacional; en otras especialidades más que Nobel parece un autor novel dedicado a adivinar el pasado. Porque del futuro, lo que es del futuro…
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