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Blogs Fahrenheit 451 por Pablo Delgado

La realidad de ser niño

La realidad de ser niño
Pablo Delgado el

¿Existe una realidad cuya esencia es hacer posible y real la existencia de todo lo que individualmente existe como elemento constitutivo de la misma? ¿Somos conscientes de nuestra realidad? ¿Cuándo empezamos a ver que nuestra realidad es una y no otra?

En el ser humano existen muchas etapas a lo largo de la vida. Cuando somos bebés vivimos una realidad inconsciente de todo aquello que nos rodea y que vamos descubriendo poco a poco. Una vez superada esta etapa entramos en la niñez, pura inocencia. En ella, la mayoría de las veces solo se piensa en jugar, jugar y jugar. A través del juego se van descubriendo nuevas cosas del entorno que nos rodea y una vez que vas avanzando, vas descubriendo nuevas cosas, y por lo tanto, te empiezas a hacer preguntas sobre aquello que has descubierto o por lo que está por descubrir.

Blackie Books ha recuperado -con una nueva traducción- un texto maravilloso de Florence Parry Heide (Pittsburgh 1919-2011) titulado Tristán encoge. Tristán es un niño al que le está pasando algo muy raro: está encogiendo y no sabe el porqué. Él se lo dice a sus padres, al conductor del autobús, al director del colegio, pero no le toman en serio, hasta que ya ven que sí, parece que le ocurre algo.

Una historia que a priori parece algo compleja para un público infantil/juvenil, pero lleva en sus líneas un gran trasfondo muy profundo y grandilocuente totalmente entendible y en el que muchos pequeños se pueden sentir reflejados en el pequeño Tristán. En este texto Parry Heide hace una llamada de atención a esos adultos que están pensando constantemente en si mismos, ya que tienen demasiadas cosas que hacer para andar preocupados por los problemas de un niño. Aunque se pueden dar diversos significados sobre lo que le ocurre a Tristán, lo que es demostrativo y elocuente es que todos a su alrededor ignoren o le quiten importancia a un problema que para el niño es grave y preocupante, causándole una angustia existencial, que quizá le abruma.

Parry Heide escribió un libro tierno y muy divertido sobre la ceguera del mundo adulto hacia los más pequeños. Influenciada por su madre que era actriz y crítica de teatro, en su infancia le gustaba representar con sus hermanos breves obras que ellos mismos escribían, por lo que venía con una gran base imaginativa. Más tarde junto a su marido inventaba cada noche canciones y cuentos para sus hijos, afición que años después desembocaría en la escritura de libros infantiles. De entre los muchísimos que escribió, este Tristán encoge es quizás el más memorable de todos.

La edición de Blackie Books, es -como siempre- cuidadosa, y miman el libro de una manera extraordinaria dotando a la publicación de un valor añadido de permanencia en las bibliotecas de cualquier hogar, además cuenta con un ameno prólogo del cineasta y escritor David Trueba, lector de este libro en los años 70, y que confiesa que este fue “el libro de su infancia”.

El texto va acompañado de las ilustraciones del excéntrico Edward Gorey (Chicago, 1925 -2000). Pese a la fama que consiguió gracias a su maravillosa obra, Gorey siempre prefirió estar solo en casa, rodeado de sus muchos gatos, leyendo, o viendo Expediente X. Y sobre todo trabajando. Sus más de cien libros ilustrados lo demuestran.

En los dibujos de Tristán encoge, plasma con un trazo sencillo el retrato de un niño pequeño que con gran talento entra y sale de situaciones inusuales. Siempre él solo. Sin necesidad de encontrar un adulto que le resuelva sus problemas. Aquí está el quid de toda cuestión, el niño no necesita al adulto. Es tal su independencia intelectual que va cogiendo a lo largo de la historia que él mismo resuelve su problema ante la incompetencia adulta.

Gorey, considerado el maestro de la ilustración macabra, sus dibujos sirvieron de inspiración a grandes figuras del cine como Tim Burton. En esta breve historia sus dibujos hacen que la narración de corte surrealista se transforme en cómica, sensible, sentimental y muy cariñosa hacia la figura de Tristán. Con unos personajes caricariturizados, larguiruchos y pálidos, que se someten a la historia con caras serias, como si tuvieran la certeza de que nada pueden hacer contra la locura de quien los maneja. El estadounidense visiblemente reconocido también por sus zapatillas deportivas combinadas con abrigos de piel, pensaba en blanco y negro para sus dibujos, muy de vez en cuando se atrevía a colorear con acuarelas ese mundo que albergaba casi siempre a sus personajes. Cuentan que como estaba acostumbrado a que sus libros fueran publicados en editoriales modestas no iban a permitirse el lujo de publicar nada a color, por lo tanto, los hacia en blanco y negro.

A través de un juego de apariencias manejadas con manos expertas, Tristán encoge es un adagio gráfico cautivador que involucra la narración alentada y reflejada en la curiosidad de los más jóvenes, enfrentando a un niño sensible en su realidad con la de los adultos incomprensibles dentro de un tablero de juego como avance de una vida que va pasando.

Creo que todos sin excepción en alguna ocasión nos hemos sentido pequeños, casi invisibles. Pero ¿qué pasaría si un día encogieramos de verdad?

Tristán encoge // Texto: Florence Parry Heide / Dibujo: Edward Gorey // Traducción: Manuel Broncano //  2017 // 16 euros

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