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Blogs Fahrenheit 451 por Pablo Delgado

Cuando la vanguardia rusa rompía moldes

Cuando la vanguardia rusa rompía moldes
Pablo Delgado el

La época prestalinista fue una de las más brillantes e imaginativas jamás concebida en cuanto al cartel se refiere. Por una imaginación desarrollada por artistas libres que experimentaban continuamente con las imágenes. El cartel de cine fue un gran soporte para esa experimentación, con primeros planos de figuras que parecen salirse del plano, ángulos inusuales con proporciones dramáticas, junto con colores vivos desarrollados en las figuras humanas que en muchos casos se presentan distorsionadas en grandes primeros planos. Estos artistas no seguían unas reglas, salvo un único condicionante, su imaginación.

Como bien sabemos, el año 1917 cambió Rusia, tanto política como socialmente. Los grandes esloganes como “El arte en la vida” o “El arte en la tecnología”, expresaban el poder de una transformación. Una transformación llevada a cabo por movimientos como el Constructivismo y el Realismo, que crearon una atmósfera de gran cambio en las artes. También surgieron corrientes como el Suprematismo, el cubismo o el Futurismo que emergieron en un nuevo modo de ver las cosas.

El valor de los carteles cinematográficos en esta época, ha sido determinante para el desarrollo del diseño gráfico. Y todo ello lo podemos ver en una de las últimas novedades de Taschen, con Film Posters of the Russian Avant-Garde, nos sumergimos en un museo imaginario soportado por el papel en el que se aprecia un modo de ver, un modo de representar un mundo diegético que lleva mucho implícito de una sociedad en pleno cambio. Aunque algunos carteles de cine rusos representaban estrellas de cine famosas, los carteles parecían poco interesantes artísticamente. En una selección de la colección privada de Susan Pack, una experta en la materia, incluye la obra de 27 artistas. Además, algunos de los más valiosos pósters de películas rusas mostraban películas oscuras sin estrellas conocidas. Como con todas las obras de arte, la rareza y la condición afectan al valor de estos carteles. Lo que de verdad importaba era cómo se disponían los elementos en este soporte que publicitaba la película de forma efímera a lo largo y ancho de los edificios de las ciudades rusas.

Muchas personas no entienden cómo un póster del que se imprimieron decenas de miles de copias, podría ser raro o valioso. Sin embargo, el problema no es cuántos carteles se imprimieron sino cuántos sobrevivieron. El tamaño de la tirada a menudo se indicaba en el borde inferior del póster.

Durante la década de los años veinte del siglo pasado, considerada como la edad de oro de los pósteres cinematográficos de la URSS, ningún diseñador gráfico del mundo podía compararse a los grandes artistas de la escuela de la todavía joven y optimista unión de repúblicas comunistas. A mediados y finales de la década de los años veinte, el cine floreció en la URSS como una forma nueva de arte que, además, servía para transmitir propaganda y mensajes revolucionarios al público en un territorio amplísimo, difícil de abarcar y poblado por personas con un índice de analfabetismo altísimo. Por razones estratégicas, el nuevo gobierno soviético apoyó a la industria cinematográfica floreciente del país —”de todas las artes, el cine es para nosotros la más importante”, había declarado Lenin nada más tomar el poder—. No sólo se produjeron largometrajes de gran coste presupuestario, entre ellos la que quizá es la película de propaganda más conocida de la historia, El acorazado Potemkin (1925), dirigida por Serguéi M. Eisenstein, sino que se organizó la distribución de películas extranjeras, incluidas las producciones de los EE.UU., a través de una organización estatal, Sovkino.

Bajo el paraguas de este comité de control, fue creado el departamento Reklam Film para controlar la producción de carteles de cine en toda la URSS. El responsable era el diseñador Yakov Ruklevsky (1884-1964) -cuyos pósters se encuentran en el libro- quien contrató a un gran número de artistas jóvenes y de gran talento, entre ellos los famosos hermanos StenbergVladimir (1899-1982) y Gueorgui (1900-1933), los más famosos cartelistas de ésta época, ya que no había lugar por la ciudad de Moscú en el que no te topases con uno de los carteles realizados por ellos y de los que también disfrutamos de sus reproducciones en el libro; Nikolai Prusakov (1900-1952) creador de los más imaginativos e inusuales carteles, Grigori Borisov, el fértil Mikhail Dlugach (1893-1985), que diseñó él solo medio millar de carteles; Alexander Naumov, que experimentó con la creación de efectos en tres dimensiones a través de romper las líneas y las retículas; Leonid Voronov e Iosif Gerasimovich. Este colectivo creó un “nuevo vocabulario visual para los carteles de cine” que fue usado tanto para las producciones soviéticas como para las extranjeras.

Entre ellos también se encuentra Aleksandr Ródchenko, aunque no hiciera muchos carteles para el cine soviético, su gran contribución fue la sensación de un diseño y una innovación a través del uso de los fotomontajes, como el cartel de El acorazado Potemkin que permite al espectador espiar la acción a través de un par de binoculares que forman un elegante diseño constructivista. Ródchenko utilizó de forma inusual los colores verde y rosa para la batalla como descripción de dos eventos -uno en cada lente- que no ocurren simultáneamente en la película causando así un gran impacto emocional en el espectador.

Un artista importante que prefirió concentrarse en una imagen central fue Anatoly Belsky. Se esforzó en mostrar el máximo potencial de esa imagen central para que produjese un gran impacto. Es difícil olvidar el terror de una cara individual como en el cartel que hace de portada del libro The Private Life of Peter Vinograd.

La mitad de la década de los años 20, fue un periodo de extremada y exitosa producción fílmica en la Unión Soviética. Casi todas las películas representaban el poder de la Revolución o de los problemas a los que se enfrentaba la joven república. Sin embargo, los carteles que anunciaban estas películas eran prácticamente desconocidos en el exterior.

Por lo que, Film Posters of the Russian Avant-Garde es un volumen que va a medio camino entre las artes visuales, gráficas y cinematográficas, siendo además una pequeña historia del cine soviético de principios de siglo, mostrado a través de unos carteles que constituyen una crónica única y apasionante del espíritu cultural de una época. El libro reúne 250 carteles de esa Unión Soviética prestalinista de las décadas de 1920 y 1930 en la que los bolcheviques, al mando de Vladímir Lenin, surgieron como la principal fuerza en la capital del antiguo Imperio Ruso. Un documento único para explorar la energía y el ingenio de un periodo rico en creatividad, antes de venirse abajo por prevalecer sobre ella una corriente artística cuyo propósito era expandir la conciencia de clase y el conocimiento de los problemas sociales y las vivencias de las personas, conocida como el realismo soviético. Esta se convertiría en 1932 en la doctrina artística oficial de Stalin.

Ocho años después de la muerte de Lenin, Stalin decretó que este movimiento como único tipo de arte oficial, enfocado como método artístico requerido para representar una visión realista (que más bien podríamos llamar idealista) de la vida soviética sustentada en los valores comunistas. Por lo que Stalin decretó el fin del periodo de las vanguardias representadas a través de los carteles de cine, como los que están plasmados en el libro. Fue todo un despropósito, como muchos otros de la época, ya que cerró una gran ventana a la creatividad, pero nos quedamos con esa luz en la historia de algunos o los más brillantes carteles de cine jamás realizados.

El libro es una exaltación de la creatividad y la imaginación en su estado más alto. Cuando el lector examine y disfrute los carteles reproducidos en el libro, se podrá imaginar un Moscú y un San Petesburgo de los años 20 de forma fehaciente, con sus calles y las gentes observando los carteles antes de poder disfrutar de unas películas que marcaron el comienzo de la historia del cine.

Film Posters of the Russian Avant-Garde // Taschen // Susan Pack // Tapa dura, 14 x 19,5 cm, 520 páginas // Inglés // 2017 // 14,99 euros

 

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