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Blogs Fahrenheit 451 por Pablo Delgado

Un western que no es lo que parece

Un western que no es lo que parece
Pablo Delgado el

Entre 1861 y 1865 se produjo en las tierras consideradas hace más de 500 años como Nuevo Mundo, un conflicto denominado guerra de Secesión o guerra civil americana. Fue un conflicto entre dos bandos enfrentados compuestos por las fuerzas de los estados del Norte (la Unión) contra los recién formados Estados Confederados de América, integrados por once estados del Sur que proclamaron su independencia. El Casus belli fue un bombardeo realizado entre el 12 y el 13 de abril de 1861 por el ejército de los Estados Confederados de América con la intención de expulsar a las tropas federales que ocupaban la fortificación de Fort Sumter, ubicada en la entrada a la bahía de Charleston en Carolina del Sur. La importancia de esta batalla, que no causó bajas, radica en que fue el detonante que desencadenó la Guerra, el conflicto más sangriento ocurrido en territorio estadounidense.

La elección de Lincoln en 1860 fue el desencadenante final de la secesión de los estados miembros. Los esfuerzos de compromiso, incluyendo la “enmienda Corwin” (que le negaba al gobierno federal el poder de abolir la esclavitud) y el “compromiso Critenden” (que constitucionalizaba el compromiso de Missouri pero al mismo tiempo restringía el poder del gobierno federal para interferir en la esclavitud y le obligaba a compensar a los dueños de esclavos fugitivos), no dieron resultado. Los líderes sureños temían que Lincoln detuviese la expansión de la esclavitud para llevarla a la extinción. Los estados esclavistas ya se habían convertido en una minoría en la Cámara de Representantes, donde se enfrentaban a un futuro en el que estarían en minoría contra un Norte que se mantenía en crecimiento.

Carolina del Sur, Misisipi, Florida, Alabama, Georgia, Luisiana y Texas. Estos siete estados son los que se unieron formando los Estados Confederados de América, con Jefferson Davis como presidente y una estructura gubernamental similar a la de la Unión. Tras el ataque de Fort Sumter, el presidente Lincoln reclutó un ejército voluntario en cada estado. En dos meses, cuatro estados sureños más declararon su unión a la Confederación: Virginia, Arkansas, Carolina del Norte y Tennessee. La región noroccidental de Virginia se separó de éste uniéndose a la Unión con el nombre de Virginia Occidental el 20 de junio de 1863. Hacia finales de 1861 Misuri y Kentucky estaban divididos, teniendo ambos dos gobiernos, uno prosureño y otro prounionista. Varias tribus amerindias, poseedoras de esclavos, apoyaron a la Confederación, provocando en el Territorio Indio una pequeña guerra civil muy sangrienta.

Finalmente la victoria fue para la Unión, que otorgó más poder al gobierno federal y sobre todo la abolición de la esclavitud en los EE. UU.

En 1872 en el estado de Texas,  situado en la región sur del país, recién acabada la guerra de Secesión, el Gobierno americano reanuda las campañas de exploración de los territorios situados al oeste del Misisipi. Imagínese el lector un marco incomparable para aquellos exploradores que bajo este prisma en las décadas que siguieron a la guerra de Secesión, se encuentra un territorio inmensamente rico, desbordando materias primas de todo tipo -metales preciosos, que desataban sucesivas fiebres del oro y de la plata; reservas de combustibles aparentemente inagotables (madera, carbón, gas, petróleo)-; una “segunda revolución industrial” auspiciada por una serie inacabable de invenciones -el motor de combustión interna, la fotograsfía, el telégrafo, la electricidad-; una expansión de inraestructuras de magnitud ciclópea- ferrocarriles de costa a costa, servicios públicos (gas, alumbrado, tranvías), etc.

A través del guión de Loo Hui Phang (Laos, 1974) y las ilustraciones de Frederik Peeters (Ginebra, 1974) aprovechan para adentrarse en el género del western bajo este marco de búsqueda de progreso, para distorsionarlo y pervertirlo con tintes fantásticos con “El olor de los  muchachos voraces” (Astiberri). Un cómic que relata la historia del geólogo Stingley que piensa en aprovechar el comienzo de dichas exploraciones para atribuirse un inmenso terreno dónde planea crear una nueva sociedad, aunque eso conlleve expulsar a los comanches que pueblan esta región desde hace siglos. Acompañado por el fotógrafo Oscar Forrest que además de guardar tras de si una inquietante historia y secreto, hace de reportero gráfico de la expedición, además de adentrarnos en el mundo de la fotografía de la época. Todo un mundo que nos empieza a descubrir Forrest mediante los daguerrotipos que va tomando de los paisajes;  y por el joven Milton, que también guarda un secreto del que no son conocedores sus acomapañantes de viaje. Comandados por el cínico e iluminado Stingley, recorren las grandes llanuras de Texas en busca de ese sitio idóneo para edificar su sueño de civilización. Entre sus dos compañeros de viaje se irá estableciendo poco a poco una relación ambigua, en un entorno grandioso y de una inmensidad vertiginosa que transmite el desierto que nutre su apetito de libertad. Pero extrañas sombras y sentimientos merodean el campamento, y la todopoderosa naturaleza se dispone a desvelar turbios secretos.

Un relato gráfico exótico y recurrente, en el que podemos apreciar la esencia de la expresión que se encuentra en la capacidad narradora de un dibujo potente, y en mayor medida en la sucesión de imágenes en secuencia ordenada a través de una línea clara característica del estilo del cómic franco-belga, de las cuales podemos apreciar esas inmensas llanuras de un estado casi desértico, típico de un western al estilo John Ford, del que parece que en cualquier momento aparecerá John Wayne a caballo y con su fusil al hombro.

Con colores vivos que transmiten la sesanción calorífica de un sol que no da tregua sobre los protagonistas y por tanto como un elemento más de la composición visual de la viñeta y de la página, ante la inmensidad del desierto que a medida que avanzan en su viaje van conociendo, nos adentramos plenamente en un modo consciente de entender la historieta como una conjunción equilibrada de diferentes elementos. Equilibrada, narrativa y estética, dando como resultado un western con intriga, sorpresas en la trama argumental, creando así una muy entretenida historia para todo amante de la estética western que se le hará corta al contemplar la inmensidad de los paisajes representados.

“El olor de los muchachos voraces” // Loo Hui Phang y Frederik Peeters // Astiberri // 2016 // 22 euros

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