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Blogs Fahrenheit 451 por Pablo Delgado

Sobre la lectura

Sobre la lectura
Pablo Delgado el

Un simple acto humano como es pasar la vista por lo escrito, comprendiendo la significación de los caracteres empleados pude desembocar en un aluvión de nuevas experiencias y conocimientos que se presentan. El acto de leer un libro es como volver a nacer, de adentrarte en un nuevo mundo desconocido que llega a ti a través de esas palabras, ya sean impresas en un papel o presentadas en una pantalla. Es el camino para apropiarnos de un mundo que a partir de ese momento entra a formar parte de nuestro ser. Por lo que la lectura debe ser disfrutada con riqueza, plenitud y debe causarnos placer.

Marcel Proust bajo la influencia del escritor y pintor inglés John Ruskin, fue interiorizada de tal modo que sobre esa base elaboró una teoría estética propia. En su escrito “Sobre la lectura (Cátedra) recupera impresiones que Proust saca de las teorías de Ruskin y analiza, rebatiendo algunas premisas, sobre lo que significa la lectura. Las lecturas de la infancia como germen de la vida, como estimulante. En su recreación del “acto psicológico original llamado Lectura”, Proust recurre a la memoria voluntaria recordando lecturas de su niñez en medio de los avatares de la vida cotidiana, para concluir en el olvido de la obra leída, cuya materia resulta indiferente; pero ese recuerdo ha servido para resucitar las sensaciones de todo tipo del niño lector. Además desde “Sobre la lectura” formó ese “yo” por el tono literario que soporta la estructura de la novela-catedral que es “A la busca del tiempo perdido”.

La lectura puede abrir al lector una vía hacia la vida espiritual, pero no la constituye, es más “una suerte de disciplina curativa”, cuyo camino lleva a poder pensar y a crear. Según Proust la tesis de Ruskin se puede resumir en palabras de Descartes:

“La lectura de todos los buenos libros es como una conversación con las personas más valiosas de los siglos pasados que fueron sus autores”.

Proust escribe que “la lectura no podría asimilarse a una conversación, aunque fuera con el más sabio de los hombres; que la diferencia esencial entre un libro y un amigo no es su mayor o menor sabiduría, sino la manera de comunicarnos con ellos, pues la lectura, al revés que la conversación, consiste para cada uno de nosotros en recibir comunicación de otro pensamiento, pero permaneciendo a solas, es decir, sin dejar de gozar de la capacidad intelectual que uno tiene en soledad y que la conversación disipa inmediatamente, sin perder la capacidad de ser inspirado, de permanecer en pleno trabajo fecundo de la mente sobre si misma”. La lectura en su esencia original, es ese milagro fecundo de una comunicación en el seno de la soledad.

A ese milagro fecundo debemos añadir como agente principal al autor, ya que sin el no hay palabras que leer. Un autor que transmite su sabiduría a través de las palabras en forma escrita y que le pedimos que nos de respuestas, conocimiento, entretenimiento, pero que en muchos casos lo que hace es darnos deseos, abriéndonos nuevas puertas y ventanas para salir de nosotros mismos y viajar por mundos extraordinarios, por lo que nosotros al comenzar a leer esas palabras, nuestra sabiduría empieza, pero aquí, terminaría la del autor. Si la afición por los libros crece con la inteligencia, sus peligros, disminuyen con ella. Una mente original sabe subordinar la lectura a su actividad personal. Para ella no es otra cosa que la más noble de las distracciones, la más ennoblecedora, pues sólo la lectura y el saber proporcionan las “buenas maneras” de la inteligencia.

La verdadera vida está en la lectura de ahí la incomodidad que representan el mundo y sus rutinas en la vida cotidiana, las obligaciones, tener que obedecer ordenes como dejar un libro durante un paseo, irse a la cama, apagar la luz, unas interrupciones convertidas en un arte que se pueden agravar con la ausencia del silencio. Lo importante que es el silencio en la lectura:

(…) “la péndola y el fuego que hablan sin pedir que se les responda y cuyas dulces frases vacías de sentido no vienen como las palabras de los hombres a sustituir con otro distinto el de las palabras que estáis leyendo”.

La lectura debe ser y es esencial en el ser humano, una lectura realizada en soledad e interiorizada, o una lectura expresada en voz alta y compartida, cualquiera de las dos nos llevan a un desarrollo intelectual necesario, para uno mismo e incluso para relacionarnos con nuestros semejantes. “En “Sobre la lectura” encontramos la reflexión interiorizada de Proust necesaria para llegar a entender lo que puede significar este simple acto de mover los ojos ante un papel o una pantalla.

“Sobre la lectura” // Marcel Proust // Cátedra // 8,20 euros

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