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Blogs Fahrenheit 451 por Pablo Delgado

Entrevista a Aitor Lara, fotógrafo

Entrevista a Aitor Lara, fotógrafo
Pablo Delgado el

 

“La fotografía me sirve para ordenar mi memoria
y distorsionar a mi antojo los recuerdos”.
“Es un lenguaje que emociona porque te toca la conciencia”.

 

Nacido en Baracaldo en 1974 a Aitor Lara lo podríamos calificar como el interprete del alma de las figuras y lugares que capta a través de la óptica de su cámara. Capaz de retratar registros muy diferentes, por ejemplo, desde las figuras en primer plano envueltas en multitudes que acuden a la Maestranza en donde van a pasar un rato de ocio, hasta figuras solitarias y rituales de países tan diferentes como México, Uzbekistan, Estados Unidos… Iniciado en la fotografía por Luis Baylón (Madrid, 1958). Su obra está compuesta principalemte, ahora en su etapa de madurez creativa, de líneas repletas de sensibilidad ante los paisajes, captación de situaciones en las que el tiempo parece moverse a un ritmo muy distinto y atracción por los retratos de fuerte impacto. Sus imágenes logran captar el alma ya sea de un retratado como de un lugar desprendiendo un misterio y convirtiendo así las representaciones en referencia consciente de lo sutil y lo invisible. El suyo es un espíritu curioso que con el tiempo evolucionará hacia el desarrollo de una mirada propia. Como bien retrata Jordi Esteva “a Aitor le interesa la gente que afirma su diferencia e identidad sin vacilaciones y que en muchas ocasiones ya no busca la aceptación que sabe que no va a encontrar en una sociedad intolerante e hipócrita,y, por lo tanto, se presenta como un grito”.

¿Cómo y por qué empezaste en la fotografía?
Empecé por azar con 18 años. Unos amigos me invitaron a usar sus cámaras y yo me animé. Hacíamos fotos de nuestros viajes y aventuras, en aquellos años no teníamos pretensiones. La fotografía apareció inicialmente como un juego pero con el tiempo se convirtió en un acto necesario.

¿Te acuerdas de la primera cámara que utilizaste?
Sí. Fue la de mi madre: una cámara Agfa semiautomática con un carrete de Kodak T-Max 400 que yo mismo revelé en la cocina de casa de una amiga.

¿Qué tipo de cámara utilizas? ¿Qué objetivos utilizas?
Uso varias cámaras: una Rolleiflex Planar 2.8 f, una Contax G2 y una Canon 5D Mark III. Y los objetivos normales: 80 mm para medio formato y 45 mm y 28 mm en paso universal.

¿Qué significa para ti la fotografía? ¿Por qué te has definido por la fotografía documental?
La fotografía documental es una vía para relacionarme con la realidad, un método de conocimiento que me permite descubrir mundos. Además me sirve para ordenar mi memoria y distorsionar a mi antojo los recuerdos.

¿Qué te decidió a visitar ciertos países? ¿Cómo valoras dónde puede estar la foto o la historia más interesante?
Normalmente me muevo por impulsos. Las historias las busco o, a veces aparecen, porque se confabulan para ser desarrolladas. En ciertos momentos se dan casualidades, encuentros con amigos… que me despiertan las ganas de trabajar. Me interesan la cultura underground de las grandes ciudades, las minorías sociales y algunos cultos religiosos y sociedades secretas.

¿Cuáles son tus fuentes de inspiración e influencia? ¿Cómo se educa ese ojo?
Yo me nutro de  la gente de mi entorno, de la música, de la literatura, del cine documental, de las artes. También estoy atento a los trabajos de autores a los que admiro. El ojo se educa a base de trabajo y tiempo. Se necesita desarrollar perspectiva y ésta se adquiere a través de experiencias radicales y diversas, atravesando ese camino que es personal y que solo tú debes andar.

¿Qué requisitos consideras necesarios para ser un buen fotógrafo?
Un ojo ágil y sensible, muchas ganas de aprender y trabajar.

La Fábrica editorial acaba de publicar en su colección PhotoBolsillo una edición dedicada a ti .¿Formaste parte del proyecto? ¿Cómo fue la selección de las imágenes?
Chema Conesa es el director y editor gráfico de esta colección, es además un excelente fotógrafo. Él sabe conectar las imágenes y paginarlas con la sabiduría que tiene su mirada experta. Es un hombre de carácter amable y dialogante con el que da gusto trabajar.

Josef Koudelka tenía un método para la elaboración de sus libros: seleccionar, ordenar, probar y reflexionar. ¿Tienes un método cuándo trabajas para realizar un libro?
Sí, aunque mi experiencia es breve, el método es parecido para todos: hay que ir realizando combinaciones diversas, moviendo y cambiando fotos y saber renunciar a algunas imágenes para dar empaque y sentido al conjunto.

Cuéntanos el proceso creativo que llevas a cabo a la hora de realizar un proyecto fotográfico.
Me documento con todo tipo de información, me sirve todo, porque al principio no sé casi nada, leo, veo cine, hablo con especialistas, académicos, artistas, intelectuales, contacto con gente local en el terreno y otros profesionales que ya hayan tocado el asunto…Y, sin más, voy a los lugares, con determinación.

 

“Un buen fotógrafo debe tener un ojo ágil y sensible, muchas ganas de aprender y trabajar”.

¿Cómo se consigue que una foto sea distinta, especial?
La foto especial aparece sola cuando estas conectado y trabajas muy concentrado con la realidad, ella te encuentra. Yo lo vivo como regalos que llegan después de un viaje interior, de un proceso creativo.

En tus fotografías se ven composiciones reposadas llenas de expresividad. ¿Cómo llegas a captar esa expresividad y la emoción de los retratados?
Aunque mi fotografía trabaja, normalmente, desde un expresionismo exacerbado, detrás hay un trabajo consciente sobre lo sutil y lo invisible. Se podría decir que en muchas ocasiones yo mismo genero ese clima de tensión porque me interesa trabajar con emociones intensas, las que reflejan los rostros.

Tus retratos suelen ser de rostros anónimos, aunque has retratado a algún famoso, ¿es una preferencia?
Prefiero acercarme a gente que no conozco, sí. Me interesan especialmente las personas que encierran algún misterio o que se ven inmersas en situaciones delirantes o absurdas, que pertenecen a contextos diferentes a los míos.

Prácticamente en tus composiciones narrativas prevalece únicamente la figura humana ¿Por qué? ¿Qué buscas?
No lo sé realmente; entiendo que, en ocasiones, es una proyección de mí mismo a través de los otros, creo que me ayuda a entender el lugar que ocupo en el mundo. El ejercicio de la fotografía es un diálogo incesante con uno mismo y con los demás. Por eso me siento cerca de todas las personas a las que me acerco. El retrato documental te permite ver dentro de ti el tiempo de los demás y el tuyo propio, el cambio, la transformación, la lucha y la resistencia. Ves el destino de las personas y los lugares y eso a veces te estremece por dentro porque se acerca más a la verdad que a un mundo idealizado.

¿Las composiciones que realizas son preparadas o encontradas? ¿Creas escenas para que la foto salga mejor?
Las escenas son siempre reales. Yo aporto una mirada subjetiva o personal, le tomo la distancia a las personas cuando necesito componer en relación a las geometrías y a los centros de gravedad de la imagen, pero no creo las escenas; dejo que las situaciones fluyan.  Lo que trato es de sublimar y canalizar ese cruce de tiempos en el que, de alguna manera, también participo.

¿Por qué empleas solo el blanco y negro en tu obra?
Cuando yo era muy joven, el fotógrafo Luis Baylón me enseñó a trabajar en el laboratorio. Él me reveló con cariño los secretos y las magias de las emulsiones de plata y los conceptos importantes de la fotografía. Desde entonces no he parado. El blanco y negro siempre me ha parecido más sugerente. Ahora combino el laboratorio con la digitalización de negativos, los archivos raw y el Photoshop.

Qué es más importante: ¿una buena técnica, una buena cámara o un buen ojo?
En mi opinión, un buen ojo.

 

“El ejercicio de la fotografía es un diálogo incesante con uno mismo y con los demás “.

 

 

¿Cuál es el límite ético de la publicación de una foto?
La ética es una cuestión personal; está en la conciencia de cada uno.

Cuando realizas la foto, ¿sabes que esa imagen va a ser mejor que otras por algún motivo?
Cuando estoy en mi salsa, a veces sé que la tengo.

Como fotógrafo profesional, ¿cómo ves la fotografía actualmente en un mundo cada vez más repleto de imágenes y cámaras semi profesionales al alcance de todos?
Hay muchos fotógrafos excelentes trabajando y sacando a la luz historias o poemarios visuales interesantes. Yo creo que las buenas imágenes siguen destacando, aunque últimamente estamos experimentando cierta saturación visual. A veces, más que las fotos de algunos autores, me interesan más las historias y las vivencias personales de quienes las cuentan.

Has realizado trabajos para Newsweek, The New York Times…¿cómo ves toda esta crisis que está sufriendo el sector periodístico? ¿Te ha afectado?
Claro que me veo afectado por la crisis, aunque mi trayectoria no ha sido estrictamente la de fotoperiodista. Pero en general, no confío en los medios de comunicación tradicionales; creo que a los buenos contadores de historias hay que ir a buscarlos a las plataformas independientes, a los festivales de fotografía o a magazines… o estar atento a lo que se publica en los recovecos de la red. Apoyo y admiro el trabajo de los compañeros que actúan comprometidos con esta profesión que puede llegar a ser tan ingrata, arriesgada y solitaria.

¿Qué supone para un fotógrafo toda la revolución tecnológica que llevamos viendo desde hace años? ¿Ha cambiado la forma de trabajar?
El flujo de trabajo digital es estupendo: es rápido, cómodo y más económico que el analógico. Pero hay otras maneras de hacer. La fotografía está también en otro lugar, que es íntimo y que no tiene prisa. Ese lugar que es común a la literatura, a la poesía o a la pintura. El mes pasado lo relataba Graciela Iturbide estupendamente en las conferencias de Mapfre en Madrid. A ella se lo decía su maestro Álvarez Bravo: “Hay tiempo…”. En África dicen que nosotros tenemos los relojes pero que ellos tienen el tiempo. Se te queda una enorme sonrisa de tonto porque sabes que la fotografía casi por definición es eso, una suspensión o una parada del tiempo.

¿Utilizas Photoshop? ¿Crees que este programa ayuda o perjudica a la fotografía?
Me gusta Photoshop, lo uso sin remordimiento. El problema es no tener concepto y no saber usarlo.

Aitor Lara en la Reserva de Dja. Camerún, 2015. Foto de José Bautista.

¿Prima la velocidad por tener una determinada fotografía, sobre la calidad?
Hace poco me invitaron a presentarme a una convocatoria internacional en la que querían que realizara un trabajo en el que se debían cubrir asuntos de cooperación y desarrollo de una organización conocida: cinco países en quince días. Imagínate.

¿Qué reacción te gustaría que provocaran tus imágenes en el observador?
Emociones. La fotografía es un lenguaje que emociona porque te toca la conciencia.

¿Cuál es la foto perfecta?
La que no entiendes del todo, la que no termina.

¿Estás trabajando actualmente en algún proyecto?
Estoy montando una exposición para la Fundación Endesa en el Museo de Teruel con un proyecto personal de retrato documental titulado Dragoman y, también, editando un trabajo multimedia sobre los pigmeos Baka de Camerún. En África ecuatorial sus gobiernos están vendiendo sin escrúpulos los recursos de esa selva y he ido allí con José Bautista a documentar esa crisis, ese proceso de resistencia y transformación  de las comunidades pigmeas que viven en ella.

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