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El final del Odyssey Explorer, vendido en Letonia

El final del Odyssey Explorer, vendido en Letonia
El nuevo Empire Persia, fotografiado en Letonia
Jesús García Calero el

El barco con el que se expolió la fragata Mercedes en 2007, el «Odyssey Explorer», que era el buque insignia de la compañía Odyssey Marine Exploration, acaba de ser vendido. Los nuevos dueños, además, le han cambiado de nombre. Es el final modesto de un buque que vivió en el centro de los focos mediáticos mundiales en mayo de 2007 y que fue detenido, llevado a puerto y registrado por la Guardia Civil en Algeciras. Ahora se llamará Empire Persia y esta tarde estaba en el puerto letón de Liepaja, a donde viajó esta mañana desde otra ciudad letona: Mersrags.

El Odyssey Explorer operando con el robot Zeus en los documentales grabados para Discovery Channel. El Zeus no ha sido vendido con el barco.

La noticia, adelantada días atrás por el medio online «The pipeline», siempre bien informado en asuntos de arqueología subacuática, viene a sellar un cambio de prioridades tras años de pérdida de imagen y de activos que la compañía con base en Tampa (Florida) ha sufrido en su negocio de explotación de naufragios. Su prioridad es ahora la minería subacuática. Pero lo cierto es que el último problema del Explorer aconteció hace pocos meses, en Chipre, donde una carga de objetos arqueológicos le fue requisada el pasado enero por las autoridades al no demostrar fehacientemente la compañía que tenía derecho a portarlos en sus bodegas e infringir por ello las leyes aduaneras de la isla. De allí, el buque insignia de los cazatesoros acudió a la costa magrebí para unos trabajos y poco tiempo después se ha conocido su venta en Letonia.

Odyssey confirmó a ESPEJO DE NAVEGANTES que ha vendido el Explorer en mayo porque «había llegado al final de su vida útil» y que a partir de ahora usará barcos de alquiler, cuya disponibilidad es abundante y a precios competitivos, y permitirá a la compañía continuar con sus proyectos de explotación de pecios, a los que no renuncia. Pero lo cierto es que esa parte del negocio ha perdido la prioridad que tenía con el anterior CEO, Greg Stemm.

El barco estuvo en la Guerra de las Malvinas

La historia del barco que expolió la fragata española Nuestra Señora de las Mercedes tiene para quien la quiera conocer a fondo varias sorpresas. Siguiendo el rastro en algunas páginas navales podemos llegar a reconstruir sus principales avatares. El buque hasta ahora llamado Odyssey Explorer fue construido en 1971 como Farnella H135. Pero desde aquellos lejanos días el Explorer ha tenido una vida movidita. Su primer viaje lo realizó por aguas del Atlántico norte el 27 de abril de 1972. Al año siguiente tuvo un destacado puesto en la Dolphin Bowl Competition con más de 2800 toneladas de pescado. PEro además de una vida civil tuvo otra experiencia naval militar: sirvió como buque de apoyo de la Armada inglesa durante la Guerra de las Malvinas, desde el 11 de abril al 22 de octubre de 1982.

En 1984 pasó por los diques de los astilleros Goole y fue reconvertido, primero, en buque de investigación hidrográfica. Ese mismo año volvió a sufrir una transformación como buque de apoyo para actividades submarinas y se le rebautizó como Northern Prince.

Odyssey Marine Exploration lo adquirió en 2003 con el fin que se demostró en 2007.

que muestra el recién construido Farnela H135 en los años setenta

 

Lejos quedan ya los tiempos de soberbias negociaciones con gobiernos (en España con el central y con la Junta de Andalucía) para rescatar tesoros tratando de burlar una ley de patrimonio tan proteccionista como la nuestra, o de sus contratos con el Ministerio de Defensa británico, para el Sussex -que no respetaron- o para el HMS Victory, que tanta polémica arrastraron tiempo atrás. De hecho, en Gran Bretaña han aparecido casos de fraude asociados a empresas cazatesoros.

En un escenario que la derrota judicial contra España complicó enormemente, la compañía fundada por Greg Stemm ha tenido que deshacerse de buena parte de los elementos que la hicieron famosa mundialmente entre los cazatesoros y que. además, pretendían redefinir el negocio. Las cifras no han acompañado su estrategia de empresa de salvamento de pecios.

Ahora toca reinventarse. El pasado diciembre la compañía se deshizo de activos tangibles e intangibles por valor de 21 millones de dólares. Entre ellos, su propia sede -donde la compañía ahora vive de alquiler- y la joya de la corona: la base de datos de pecios lograda con el Explorer en diversos mares, incluidos el Mar de Alborán y otras zonas donde la mayor parte de los pecios son de origen hispano. En el juicio contra España quedó claro que Odyssey trataba de negociar con parte de esa base de datos para convencer al Gobierno español de que firmase un contrato de concesión para excavar pecios en nuestras aguas. Algo que era contrario a la ley. Los contactos se mantuvieron entre 1999 y 2007.

El comprador de esos activos y la base de datos, Magellan Offshore Services, adquirió la información sobre todos los yacimientos disponibles menos tres pecios, que tienen contratos pendientes: el HMS Victory, el USS Republic y el USS Garisoppa. Incluso Odyssey decidió vender su colección de artefactos, su pequeño gran «museo» en donde habrían acabado los objetos de marineros españoles de la fragata Mercedes si España no lo hubiera evitado por vía judicial. En aquel proceso, el propio juez federal de Tampa acusó a Odyssey de mala fe y peores prácticas.

Queda demostrado por los hechos, una vez más, que el expolio es el peor de los negocios. Esta gran conclusión enunciada por primera vez por Peter Throckmorton, quien comparó el altísimo costo de la industria cazatesoros al Estado de Florida, que no dejó recurso alguno para la comunidad, y lo confrontó con el gasto necesario para haber montado un museo y excavaciones en condiciones científicas óptimas, que habrían reportado una industria cultural potente, como ocurre en Suecia con el Vasa y en Gran Bretaña con el Mary Rose. El enlace anterior lleva a un análisis económico del caso Odyssey publicado por la revista Economía Exterior.

Una de las causas de la compañía Odyssey Marine Exploration para la venta de este barco tan importante para la industria ha sido el alto costo de su mantenimiento. El Odyssey Explorer costaba la nada despreciable suma de 35.000 dólares diarios, algo insostenible para Odyssey en las condiciones actuales. En los últimos años, y tras la retirada de permisos para excavar el HMS Victory, la compañía tuvo el Explorer amarrado durante buena parte del año.

El nuevo Empire Persia, fotografiado en Liepaja, Letonia, ayer

El barco ha pasado a llamarse a partir de ahora Empire Persia y se encuentra fondeado en la costa letona. Sin él, sin lo que suponía de un buque insignia de una flotilla para investigar pecios en los mares de todo el mundo, este año Odyssey trata de reinventarse como empresa minera, aunque su proyecto más afamado hasta ahora, en Baja California, no ha logrado la aprobación por su impacto ambiental por parte de las autoridades mexicanas.

Para el patrimonio subacuático no deja de ser buena noticia que un barco como el Explorer deje de suponer una amenaza. Sin embargo no es la única, ni siquiera la más grave. Hay muchas compañías y barcos dispuestos a aprovechar cualquier descuido de nuestras autoridades para tratar de expoliar un pecio histórico. Una de las consecuencias del caso Odyssey en España fue que su principal barco estuvo desde entonces en el ojo de un huracán informativo. Y en el mundo interconectado es relativamente fácil seguir las actividades de un buque de su envergadura. No se conoce todavía la empresa que lo ha adquirido, ni se sabe si le dará un uso diferente o seguirá tratando de explotar pecios por los mares del mundo.

 

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