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De Ítaca a Cuzco. Desde Madrid a Manao. Adiós, Miguel de la Quadra Salcedo…

De Ítaca a Cuzco. Desde Madrid a Manao. Adiós, Miguel de la Quadra Salcedo…
Javier Noriega el
Conocía la estación de lluvias en el Corora o el desierto que se inunda en Mananhao. El crepúsculo en Guayaquil. La primera nieve en el cotopaxi. El silencio de la selva amazónica y la majestad de los Tepuy en Venezuela. La luna llena en la desembocadura del Río de la Plata. La noche estrellada sobre la universidad de Cuzco. El rumor de las olas en los muelles de Cartagenas de Indias y cuando llovía, decía que lo mejor era guardar la ropa en una bolsa, estar desnudo y luego volver a ponerse la ropa seca. Sin lugar a dudas así se disfrutaba mucho mejor de iberoamérica.

Todas estas escenas y mil más, son las que Miguel de la Cuadra Salcedo, uno de los últimos exploradores, románticos y aventureros en el mundo, vivió y plasmo en  su vida y obra. Ayer se nos fue, y como ocurre con los grandes, cuando se van, suele apagarse para siempre una estrella. Al fin y al cabo una forma de iluminar el mundo. En el caso de Miguel, a modo de antorcha, iluminaba España desde América. Conocedor de lo que se describía acá sobre el mundo hispánico, seria una lectura miope exclusivamente en relación a la experiencia del encuentro de dos mundos, si no se contase desde el otro lado del océano. Era traspasar la frontera española en el reino de la muerte, mas allá del finisterre medieval, ara llegar a la  multicolor de la serpiente quetzal, un colorido sendero que eligió como magistral vía para el reencuentro con el pasado.
El reencuentro con el pasado

 «Varios siglos atrás, antepasados míos habían estado allí con los primeros expedicionarios llegados de España. Digamos que yo ya había estado allí, que aquello fue como un rencuentro. Me lo confirmó después Neruda en su casa…»
Nerudas y reencuentros. De unas vidas y de otras. Aquel era el guión que el director y fundador del programa de estudios y aventuras Aventura 92, posteriormente conocido como Ruta Quetzal, tenía bien claro. Iniciativa Educativa, histórica, etnográfica y mil cosas mas, que posteriormente sería declarada de interés universal por la UNESCO. «10.000 semillas de futuro», que eran la envidia sana, pues cualquiera formar parte de la ruta,de todos los jóvenes y mochileros de toda Iberoamérica. En el día de hoy muchas de las páginas de los diarios de nuestra prensa nacional, tras su fallecimiento, le recuerdan con cariño principalmente por ese motivo. Por ser el forjador de sueños, el agricultor de simientes e impulsor de la formación de la juventud en un horizonte común. El de la aventura y el del intercambio de una cultura  compartida entre América y España.”Límites no hay ninguno porque lo que hemos hecho siempre ha sido descubrir cosas”, y lo decía en nombre de España, con el conocimiento de que nuestros “expedicionarios” de época moderna dibujaron y colonizaron medio mundo. “La ambición de conocimiento que ha caracterizado al ser humano en su devenir histórico le ha llevado a explorar los más recónditos rincones. Hay que conocerse a sí mismo y a nuestro mundo, que puede ser Filipinas o Vietnam, por poner un ejemplo.” El viaje y el conocimiento, su cuaderno de Bitácora.

Miguel de la Quadra-Salcedo nació en Madrid, aunque desde ese mostacho, como le llama la atención a mi mujer, pasando por aquella mítica y singular forma de tirar la jabalina, llegando a su concepción del mundo, ancestral y atávica, se alineaba y concordaba más con ese carácter  navarro-vasco, ya que allí es donde pasó gran parte de su infancia y donde comenzó su pasión por la aventura. A muy temprana edad ya le gustaba perderse por los montes de Navarra y leer las novelas de Julio Verne. Naturaleza y libertad sus mejores aliados.
En 1979, el rey Juan Carlos agarró del brazo a Miguel y le dijo: «Debemos acercarnos a Iberoamérica, que es nuestra familia, invéntate algo». Poco después nacía la Ruta Quetzal de la que hemos hablado anteriormente. Un viaje iniciático  de juventud y de amistad que tuvo sus orígenes en otra expedición. Como bien nos recordaba con sus propias palabras; “Al poco de casarnos, mi mujer y yo estuvimos en el lugar donde nació el Greco y allí encontramos una placa en recuerdo de la expedición de universitarios españoles que organizó la Institución Libre de Enseñanza en 1933. Entre otros, en aquel viaje fueron Julián Marías, Jaume Vicens Vives, Salvador Espriu, Guillermo Díaz-Plaja, Gregorio Marañón, Gonzalo Menéndez Pidal… La élite del pensamiento español de la época. Pensé que sería maravilloso hacer algo parecido, pero orientado a jóvenes de toda América, no solo de España”. Contaba, vivía a España desde América, sintiendo el pulso de lo mejor de los países de ArgentinaBolivia, Chile, Colombia, Costa Rica, Cuba, Ecuador, El Salvador, Estados Unidos, Guatemala, Haití, Honduras, México, Nicaragua, Panamá, Paraguay, Perú, República Dominicana, Uruguay y Venezuela. Su juventud.

 
Y para dar luz elogia un método  a la manera de la escuela clásica de filosofía, inspirada en un programa socrático que se resume rápido, como él mismo nos decía: “Descúbrete a ti mismo y luego proyectate. Sócrates se lo dijo a sus discípulos, está escrito en la Anábasis de Jenofonte: si no te conoces a ti mismo, no podrás avanzar. Yo voy detrás de lo que hizo Telémaco, el hijo de Ulises, cuando Penélope esperaba que llegara. Me enamoré también de pequeño leyendo “La Odisea”, creo que es una lectura muy importante, pero también “La Ilíada”, “La Eneida”, “Jason y los Argonautas”. Aquella fuente de inspiración seria la huella que más le marcaría en su vida. Un programa de educación socrática para las generaciones futuras de  España y de América hermanadas. Menudo reto de concordia y fraternidad. “Lo que los comunes, llaman aventura en realidad es una filosofía de vida, una ecuación por la que vives sin saber con qué te vas a encontrar ni cómo va a ser el mañana. Tengo la suerte de ver el futuro como algo actual, sin mirar atrás. el intercambio cultural entre todos los países de habla hispana, incluidos Brasil y Portugal”.

No hubo en vida ningún obstáculo que le impidiese avanzar a Miguel de la Cuadra. Salvo el de la ignorancia y la cerrazón humana. Las “10.000” semillas de fraternidad que a lo largo de estos años disfrutaron de estas bellas tierras, aquellos miles de “jóvenes ruteros”, pudieron conocer los paisajes, las catedrales, universidades y hospitales, las bibliotecas y ciudades en donde se desarrolló el pasado de un legado común hispánico. Luz frente a la leyenda negra que durante siglos han vertido sobre las huellas de la hispanidad. Claridad mediante la diversión y la amistad. Conocimiento adquirido mediante la vivencia personal. Y de esta forma, encontrándome escribiendo para espejo de navegantes sobre la primera expedición botánica de la historia, (curiosamente Miguel, entre otras de sus profesiones  era etnobotanico), la de Francisco Hernández en el siglo XVI, imbuido entre los legajos, sus maravillosas descripciones y su fabulosa historia, me cogió por sorpresa la muerte de Miguel de la Cuadra Salcedo, curiosamente también a miles de kilómetros de mi tierra y bajo la sombra de un volcán. Entre tanto exotismo ha sido más fácil evocar a la figura de Salcedo. No cabía otra que desde espejo de navegantes, que nos habla de la historia compartida entre América y España, hiciésemos un alto para honrar la memoria de un grande. Recientemente tuve que enviar una serie de preguntas, a modo de entrevista que iba dirigida a él, ya que no pude visitarle personalmente  por motivos familiares. Me fue imposible viajar junto a Francisco Guitard a Pozuelo de Alarcon ara verle personalmente.  Aquí en Málaga la familia Guitard, en especial Francisco, lo conocía bien. Compartía de hecho ideas y geniales proyectos de futuro, en ambas mentes que son privilegiadas y preclaras en ese camino. Los astilleros Nereo y su excepcional y singular carpintería de ribera fue otra de las causas que Don Miguel apoyó, por su valía para la cultura, en su vida. Aún guardo la amplia entrevista que quería realizarle para una revista de historia, quedará como una enseñanza de lo que hay que hacer en vida, cueste lo que cueste. Otro gran amigo y hermano, Rafael Duarte, me hablaba con admiración de su vida. Desde el conocimiento de la historia y desde la caballerosidad de compartir ideales y conocimientos.

De Miguel de la Cuadra a Elliot. Conectar dos historias
“Sin España no se entiende la Historia de América y sin América no se comprende la Historia de España”. Así de preclaro y  rotundo se mostró recientemente John H. Elliott en su conferencia en la Casa América de Madrid, en una conferencia magistral, para enmarcar, (posiblemente una de las mejores que ha tenido en vida) sobre la influencia decisiva que tuvo el reinado de Felipe II en la construcción del “Nuevo Mundo”. Personalmente me maravilló, hablo de la hisanidad con profundo cariño y admiración. El catedrático emérito de Historia Moderna de la Universidad de Oxford hizo hincapié en la dificultad que sigue existiendo a la hora de “conectar dos Historias que con frecuencia se han tratado de modo distinto, pero que no pueden comprenderse por separado”. Miguel de la Cuadra Salcedo conocía esta sabia reflexión de años de investigación, hace ya varias décadas. De ahí su esfuerzo en narrar una historia común desde hace muchos años, de trabajar en pos de un intercambio cultural entre el futuro de los pueblos, mediante sus jóvenes, lo mejor de cualquier pueblo, “para conectar dos historias”. La de América y España.

Rocío Gayarre, que es sobrina de Miguel de la Quadra-Salcedo lo ha narrado perfectamente, es inmejorable. Además, es “sangre de su sangre”, conociéndolo y sintieéndolo perfectamente en todas sus facetas. Es por ello que no se me ocurre mejor manera que terminar este pequeño homenaje con sus acertadas palabras. Parece que la llamaba «lágrimas de estrellas», como me recuerda a los poemas floridos aztecas, un nombre con el que los indígenas con los que convivió tantos años denominaban al «rocío». Para ABC, escribía en estos días; «No veo el teclado. No me veo capaz de poner en palabras lo que siento. «Miguel no se ha ido, porque su espíritu valiente, curioso, sabio, inquieto, solidario, elegante, enérgico, soñador y espiritual permanece en los más de 10.000 ruteros y en toda la “familia quetzal” que hemos aprendido a mirar el mundo a través de sus ojos. Nos ha enseñado a conocernos a nosotros mismos, y a no rendirnos nunca». «Así ha sido su ejemplo. Dándolo todo, lo mejor de sí, hasta el último día. Miguel ha sido el mejor embajador de España». Mejor no se puede describir. Desde el conocimiento y la causa. Desde el ayer y el presente. El mejor embajador de España. Y de la bella América. Para siempre, adiós Miguel.

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Javier Noriega el

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