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Un submarino amarillo hace ciencia en el Port de la Selva

Un submarino amarillo hace ciencia en el Port de la Selva
Jesús García Calero el

Noticias frescas llegan desde el Mediterráneo. Hoy se presenta la primera campaña científica realizada por el flamante submarino Ictineu 3 en un yacimiento arqueológico. Los trabajos realizados en un pecio del Port de la Selva, en el Cabo de Creus, Gerona, serán presentados hoy por los miembros del Centro de Arqueología Subacuática de Cataluña, CASC, dirigidos por Gustau Vivar. En concreto, este submarino -amarillo como el de la celebérrima canción de los Beatles- ha operado en el pecio de Cala Cativa I, correspondiente a una nave ibérica del siglo I a. C. que se encuentra sobre un fondo arenoso a 30 metros de profundidad en las proximidades de la citada localidad y que ha sido excavado este año por primera vez. Los resultados son espectaculares.

Es un notable avance, un paso en la buena dirección para la arqueología subacuática de nuestro país, después de que el buque oceanográfico Ángeles Alvariño del IEO permitiese a los arqueólgos del Arqua, dirigidos por Iván Negueruela, una misión de inspección en el pecio expoliado de la fragata Mercedes el pasado mes de agosto. En esta ocasión, la presencia del submarino Ictineus 3 ha permitido ahorrarse los largos periodos de descompresión en el estudio del pecio, que ha resultado ser de origen ibérico. Entre los hallazgos de esta campaña figuran los restos de ánforas con cargamentos de vino y los elementos de construcción del barco datado en el siglo I a. C.

En el caso catalán, gracias a la colaboración entre el CASC, gestionado por la Agencia Catalana de Patrimonio cultural del Departamento de Cultura, y con la participación de Ictineu Submarins S. L., se ha podido acceder a este yacimiento subacuático, descubierto hace ya 121 años por Romualdo Alfaras, un erudito y pionero de la arqueología subacuática en el Port de la Selva. Pero además de las tecnologías presentes en el submarino Ictineu 3 se han utilizado otros medios tecnológicos inéditos en España para el registro de los trabajos arqueológicos en esta campaña. La ayuda de unas tabletas que funcionan bajo el agua ha permitido ganar mucho tiempo a los arqueólgos puesto que su documentación es digital desde el primer momento.

Con la colaboración de La University of Southern California, los arqueólogos han podido utilizar para sus dibujos y documentación unos Ipad adecuados para el trabajo subacuático, gracias a las carcasas estancas que los protegen y que permiten documentar informáticamente y en tiempo real los restos del barco estudiado.

Se trata de un avance notable en la arqueología española, puesto que el Ictineu 3 -de nombre mítico- es el primer submarino científico construido en Cataluña desde los dos Ictineus que el ingeniero Narcís Monturiol construyó en 1859 y 1864. El aparato, construido por Ictineu Submarins S. L. es una máquina puntera desde el punto de vista tecnológico, y por ello mismo un instrumento ideal para el estudio y la conservación de los ecosistemas marinos y del patrimonio arqueológico subacuático.

El uso del Ictineu 3 permite alcanzar profundidades de más de 1.000 metros, tripulado por un piloto y dos científicos. Asimismo posibilita inmersiones que llegan con mayor velocidad al fondo marino y aumentan el tiempo de observación, gracias a lo que los arqueólogos, en este caso, pueden documentar mejor los restos arqueológicos conservados en el yacimiento.

En la presente campaña Cala Cativa I, los arqueólogos subacuáticos han podido analizar los restos y documentar que se trata de un barco de 8 o 9 metros de eslora datado en el siglo I antes de Cristo. Los elementos de arquitectura naval hallados en el yacimiento son exactamente iguales que los del pecio de Cap del Vol, propios del mundo ibérico. Por ello, y por el pequeño tamaño de la embarcación, queda reafirmada de manera clara la idea de un tipo de construcción naval ibérica en la costa levantina española así como las líneas comerciales por las que el vino era mercado entre la costa catalana y la del sur de Francia. Al ser los restos estudiados los de una nave destinada a una navegación de cabotaje local cabe añadir que es segura su construcción en la zona.

El trabajo conjunto de los arqueólogos del CASC y del submarino Ictineu 3 ha permitido también crear las bases de los procedimientos y protocolos para poder actuar en próximas campañas en yacimientos a una mayor profundidad, hasta los 1.000 metros, que resulta inaccesible para los equipos de buceo autónomo con los que suelen trabajar los arqueólogos. Cabe añadir que, gracias a la capacidad mostrada, también se podrá ampliar notablemente el número de yacimientos de la carta arqueológica subacuática de Cataluña. Y conocerlos es la única manera de protegerlos. Igual que la actuación de los cazatesoros ha intensificado la conciencia sobre la necesidad de proteger el patrimonio subacuático en nuestro país, también es cierto que en los últimos años los especialistas han convertido la tecnología en el mejor aliado de la ciencia.

 

El CASC es desde hace años el centro de arqueología subacuática más activo en España. Con un barco propio y ahora con este submarino sigue siendo el más capaz de mantener campañas sistemáticas que permitan investigar y proteger el patrimonio dentro del ámbito de competencia catalán. Además no ha dejado de publicar los resultados científicos de sus trabajos ni de exponer en ocasiones los restos recuperados. Publicaciones y exposiciones revierten el conocimiento adquirido a la sociedad que demanda cada vez más la protección activa de este patrimonio tan olvidado en nuestro país. En Cádiz donde la Universidad y el CEIMAR han puesto en marcha un máster de esta disciplina (dirigido por Xavier Nieto, anterior director del CASC y del Arqua), también existe un centro, el CAS andaluz, pero ni sus trabajos ni sus publicaciones pueden compararse con las del CASC.

Está claro que España necesita que la arqueología subacuática reciba más apoyo de las Administraciones del Estado con el fin de sacar del olvido, que resulta lamentable, la impresionante historia naval de nuestro país, preterida como si fuera ajena y cuyos restos han estado siempre -sobre todo los de época moderna- en el punto de mira de los cazatesoros. Cabe señalar que el CASC está a punto de publicar una monografía sobre el navío Triunfante, hundido en Rosas a finales del XVIII, cuyos restos, aunque ya expoliados, estudiaron sus arqueólogos. Y que con el submarino Ictineu 3 tienen pensado investigar otros pecios de época moderna.

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