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Cartagena de Indias 1741: el día de la batalla en 3D

Cartagena de Indias 1741: el día de la batalla en 3D
Vista de Cartagena según la renderización 3d
Jesús García Calero el

 

Será un viaje apasionante a la Cartagena de Indias de 1741. La exposición sobre Blas de Lezo que se inaugurará a partir de mañana miércoles en el Museo Naval reúne no solo 80 piezas, muchas de ellas jamás vistas por el público, como su diario y un retrato suyo y otro de  Sebastián de Eslava, que son hitos de una vida de novela. También presenta unos fabulosos audiovisuales, realizados por Parazonium estudio. Esta productora con nombre de espada ceremonial romana ha condensado 3 años de trabajo para que todos podamos, no ya imaginar, sino ver con nuestros ojos cómo era exactamente aquella ciudad, centro del comercio Iberoamericano del XVIII y también objetivo prioritario de Gran Bretaña en su intento de cambiar las tornas e invadir el subcontinente. Hablar de este marino merece la pena. El vídeo se podrá ver en las salas del Museo Naval (el de arriba es solo un teaser del documental que preparan) y aquí contaremos nuestra impresión cuando lo veamos finalmente.

 

Fotograma de la reconstrucción de Cartagena de Indias

Nos lo cuenta Jorge Molina, realizador de los 5 audiovisuales que acogerán las salas del Museo Naval. Y lo hace con emoción y la seguridad que le dan los 3 años de trabajo que ha invertido en estas películas. Todas ellas son, para él, un trabajo de precisión matemática en el que se ha aplicado la tecnología de las grandes producciones cinematográficas, como “El día después” o “Elysium”. La idea nació, precisamente, a bordo de la fragata Blas De Lezo, F-103, donde por primera vez le inspiró la idea de realizar un documental sobre el marino y defensor de Cartagena.

Molina partía con la experiencia que le da la realización de documentales de historia militar como el dedicado a Juan de la Cosa, así como los audiovisuales de la exposición “No fueron solas” y “Historia de la navegación“, pero el desafío de Cartagena se adivinó pronto de otra dimensión. “La ciudad es un espacio que ha cambiado notablemente desde 1741, y por ello fue muy necesaria una investigación en profundidad de los materiales disponibles”. Los archivos de la Armada, el Histórico Nacional o el de Indias fueron los centros de esa inmensa pesquisa. Entre los materiales que han sido más útiles destacan los planos de Juan de Herrera y la topografía de la época, así como la batimetría de la bahía cartagenera que datan de 1736. “Lo primero fue compararlos con la más exacta cartografía actual”. Y ahí se empleó las bases cartográficas de la NASA y otros materiales. Mezclando y comparando todo llegarían a recrear por ordenador, con toda exactitud, una zona de 30 x 30 kilómetros con una resolución de 1 metro.

Entonces dieron con el problema de las medidas. De las brazas, los pies de rey, los codos, varas y toesas había que pasar al “bendito sistema métrico decimal”, en palabras de Molina. Pero además de las tablas de conversión tenían un arma invencible: las distancias entre puntos que aún existen, medidas al milímetro por los satélites. “Eso sirvió para hacer las correcciones pertinentes”, afirma el realizador.

Otra dificultad: el plano, porque no era tal. Era curvo como la Tierra. Precisamente fue en aquellas latitudes donde se demostró la forma de la Tierra mientras los bravos de Blas de Lezo defendían la ciudad. “Como queríamos disponer de una visión panorámica hubo que reunir datos de una superficie de 300 x 300 kilómetros, porque la alternativa es que no se viera nada más allá de los 30 km. al elevar la cámara. De hecho hay un plano en el que, a lo lejos, aparece el Cerro Colón, la montaña más alta de la zona, que está a 200 kilómetros de Cartagena de Indias”, explica Jorge Molina.

Pero la renderización 3D incluye no solo las calles y plazas de Cartagena con el máximo detalle, sino también las fortificaciones militares españolas -de las que Cartagena es el paradigma-, una ingeniería bien documentada en los archivos citados y en otros. “Lo más emocionante ha sido poner en pie fortalezas que ya no existen, como el Castillo de San Luis de Bocachica, o el de Santa Cruz, volver a verlas en pie”. Molina insiste: “Emocionante para los españoles y también debe serlo para los Colombianos que lo vean”.

¿Y lo más difícil? El realizador lo tiene claro: la recreación de las embarcaciones, porque los buques fueron verdaderos alardes de la ingeniería del XVIII. “Lo difícil de recrear las naves también era ponerlos todos interactuando en la escena de los bombardeos de Bocachica”

Es decir, que no solo nos ofrecen un vuelo de pájaros sobre una recreación 3D de una ciudad que ya no existe, como si fuera la maqueta más exacta, sino que nos adentran de lleno en la acción heróica por la que Blas de Lezo es recordado: su victoria sobre la flota invencible de Edward Vernon. Por cierto, esa victoria que aún escuece en Greenwich lo suficiente como para que no hayan prestado un cuadro del almirante inglés.

En definitiva, que todos tenemos muchas ganas de pasar por el Museo Naval y poder ver la exposición y detenernos ante las piezas y ante los cinco audiovisuales que Molina nos ha preparado para la ocasión: Uno sobre Pasajes, tierra natal del marino, que forjó su duro carácter entre los intrépidos balleneros vascos que iban en pequeñas embarcaciones a por los cetáceos de Terranova. El segundo sobre la construcción naval de la época. El tercero sobre la intensidad del comercio mundial a la que los descubrimientos y la navegación de españoles y portugueses, primeramente, dio lugar. El cuarto sobre los castillos, baluartes y fortalezas de la ciudad más bella del Caribe. Y el último sobre lo que allí pasó, en el escenario que los más potentes ordenadores han vuelto a revivir para nuestros ojos. Para darnos una idea de la cantidad de información, basta decir que cada segundo de animación ha precisado 50 horas de computación en ordenadores de última generación. El resultado, a la vuelta de dos días…

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Jesús García Calero el

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