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Blogs El talón de América por Carmen de Carlos

A diferencia de Trump, Cristina Kirchner no nació en NY

Carmen de Carlos el

El mundo –y Argentina- empiezan digerir el sapo de la victoria de Donald Trump. Aunque difícil de masticar, el pragmatismo se impone y la política en estado puro comienza a asomar. Mauricio Macri le llamó por teléfono hace unos días, mantuvo una conversación por espacio de quince minutos, recordaron sus experiencias juntos (proyectos empresariales frustrados) y le expresó su deseo de que asista a la cumbre del G-20 que se realizará en el 2018 en Buenos Aires. “Argentina es un gran país y tendremos la más cercana relación entre nuestros países de la historia”, pronosticó Macri, el mismo que había puesto sus fichas en la carrera  a la Casa Blanca por Hillary Clinton. El magnate que, en otras ocasiones, se había referido a él como “un buen muchacho”, confió en recibirle en la Casa Blanca antes de ese año.

Argentina no pierde de vista que el inicio del proceso de traspaso de mando entre Obama y Trump y las reacciones de los políticos tras el escrutinio son ejemplares. No sucedió lo mismo entre Mauricio Macri y Cristina Fernández. La antecesora en la Rosada y en la quinta de Olivos (la dejó como si hubieran sido okupas) ni siquiera aceptó, como es tradición, colocarle la banda y entregarle el bastón de mando. Su malestar, entre múltiples razones, se atribuyó a la respuesta del actual presidente cuando la viuda de Kirchner se interesó por la inmunidad judicial que sospechaba iba necesitar ella y los suyos. Macrio le respondió: “Yo, no controlo los jueces”.

Historia pasada, no lo es tanto con lo que sucede estos meses en el país. El despertar de los jueces federales, por fin decididos a tirar de la infinita manta de la corrupción, ha enredado a la familia Kirchner en procesamientos, imputaciones e investigaciones donde todas tienen de telón de fondo “la plata”. Salvo los bebés, parecería que nadie se escapa de la justicia. Abuela, madre, hermana, hijos, sobrinas, primos… Todo el clan de la viuda de Kirchner, que tanto disfrutó de las mieles del poder, se prepara para diferir el amargo trago del banquillo.

La ex presidenta, en algo que podría identificarse como los últimos manotazos de ahogada, se sacude como gato panza arriba y arremete, en su línea, contra su sucesor, su papá, los jueces y su bestia negra favorita: Clarín. La escena roza lo patético pero quizás, o por fortuna, el mundo debería dar las gracias porque la señora nació en Argentina y no en Nueva York como Trump.

Política
Carmen de Carlos el

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