La presidenta de Argentina le ha tomado el gusto a “la Cadena Nacional”. Ahora tira de ella, de la cadena de televisión, hasta por la noche, en los horarios de máxima audiencia. Las series, concursos y programas que se emiten a esa hora están obligados por ley a interrumpirse para emitir en directo el mensaje a la Nación de la jefa del Estado. Lo que sucedió ayer es que el mensaje era en diferido. Mientras se emitía, Cristina Fernández, estaba muda para la audiencia. La reacción de los argentinos que prefieren tener enfrente a Tinelli, un programa de variedades de enorme éxito popular o series como “Graduados”, fue salir a la calle y empuñar las cacerolas. Eso ocurrió, entre otros barrios, en Belgrano, Palermo y Recoleta.
En lo que va de año la viuda de Néstor Kirchner ha recurrido a la “Cadena” en 16 ocasiones. Solo en los últimos ocho días lo ha hecho en tres, pero la de anoche incorporó un elemento nuevo. Fue precedida de un anuncio donde la imagen de “Ella” venía respaldada con el cartel de “Genia”. Terminado éste espacio, donde se presenta una Argentina que hasta en el Paraíso envidiarían, el discurso de la presidenta, por el “Día de la Industria”, continuó por el mismo sendero.
Merece la pena recordar algunas de sus frases “geniales”: “Las restricciones a las importaciones son un mito. Es absurdo pensar que este Gobierno pone restricciones a la importación de medicamentos básicos”, “El tipo de cambio no está retrasado”,“Los dólares que se obtienen deben ser destinados a las importaciones y pagos de deuda” o “Estamos en el buen camino”. Dicho esto, los farmacéuticos, médicos y enfermos que penan por medicinas y hasta por guantes para poder operar no daban crédito. Tampoco los argentinos que compran los dólares en el mercado negro a 6,39 -o más- mientras el oficial, de media, no suele pasar de los 4,65. Ambos ejemplos forman parte de la decena larga de diferentes valores que hay para “el billete verde”. Ni hablar de los recargos nacionales impuestos a las compras con tarjetas de crédito para los que pueden viajar al exterior o el encarecimiento de los pagos para aquellos que tien a hijos estudiando fuera o el desastre que le hacen a las empresas con esa bateria de medidas que, en realidad, son pan para hoy y hambre para mañana.
Capítulo aparte merece la prohibición de adquirir las divisas que uno quiera o la inflación real -en torno al 25 por ciento- que devora los sueldos mientras la Afip (Administración Federal de Ingresos Públicos) hurga libremente en las cuentas corrientes de los ciudadano. En fin, la lista es un suma y sigue pero la Presidenta insiste en que va “por el buen camino” y… tira de la cadena.
En este cuadro se recogen algunos de los valores del dólar que “no está retrasado” para la Presidenta de Argentina.
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