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Blogs El talón de América por Carmen de Carlos

Cristina Kirchner, muy agradecida por Ypf

Carmen de Carlos el

Bajó el tono, evitó meter, más de lo justo, el dedo en la llaga abierta de la expropiación de Ypf a Repsol. Adoctrinó y anticipó que el testigo del kirchnerismo es cosa de chicos, los suyos, los jóvenes de La Cámpora. Los de hoy y los de la futura que recibirá el testigo del poder porque, “no somos eternos”. Lo confesó y como prueba de que su verdad es verdadera, le recordó a “él”, al difunto que fue presidente y su “compañero de toda la vida”. Cristina Fernández de Kirchner se dio su baño de multitud durante 45 minutos. Era su premio a la “recuperación de Yacimientos Fiscales”, que no es otra cosa que la confiscación primero y expropiación después de Ypf pero lo quiso maquillar porque el horno internacional no está para más bollos con el crudo y sus derivados.

En el campo de fútbol de Velez Sarsfield, la presidenta de los argentinos hizo lo que mejor sabe, dar de nuevo la puntilla a una oposición que está en sus manos y suscribe, resignada, sus propias sentencias de muerte cuando “ella” saca de la cartera el nacionalismo y la patria para continuar con el modelo, el suyo. Dicho con otras palabras, logra que voten la expropiación y que la aplaudan hasta en la Casa Rosada porque no han nacido muchos guapos que se resistan a hacerlo si de Malvinas o Ypf se trata. La “recuperación”  vale tanto para el archipiélago del Atlántico Sur como para el petróleo que rapiñaron los españoles pero esta vez no los nombró, tampoco a Repsol que se ha quedado, de momento, con el tanque a medio gas.

La palabra mágica de esta etapa del Cristinismo –tiene derecho a corriente propia- es esa, “recuperación” porque ya sabe que lo de confiscación, estatización, renacionalización y otros sinónimos no son buena carta de presentación. Lo que ella hace y la oposición suscribe es otra cosa, son, “nuevas formas de intervención del Estado, modernas, contemporáneas”. Por eso agradeció a la oposición, “porque de bien nacido es ser agradecido”, reconoció con la voz apagada por la afonía.

Todo lo dijo de golpe, en el mismo acto. Como lo suele hacer “ella”. La excusa de la convocatoria, -aclaró que fue idea de otros-, era celebrar nueve años de poder “K” o la primera vuelta de las elecciones que su difunto marido ganó porque Carlos Menem se retiró de la segunda. El primero sacó un 22 por ciento y el último el 24 pero ya lo dicen las sagradas escrituras, “los últimos será los primeros”. La viuda de “él” recordó todo lo bueno de este tiempo porque lo malo no existe. Más ó menos lo que hace siempre. Los miles que la acompañaban no la dejaban terminar con sus canciones, con los gritos de amor, con las banderas de aqui y del Che, con el Gobierno en primera plana y Axel Kicillof, el chico dinamita de La Cámpora y de TNT (Tontos pero no Tanto), en algún lugar invisible. Pero estaban todos o casi todos. Estaba Máximo y también Florencia, los hijos biológicos de la presidenta. Los otros son de “militancia”, otra palabra que repitió mucho. Pues eso, que también sonó el himno nacional y la mano se fue al pecho y en el escenario se repetía la liturgia peronista. A un lado el retrato gigantesco de Evita y al otro, el del general. Al menos, eso parecía pero ahora que me fijo bien no son ellos, son otros: “él” y  “ella”. Menudo cambio.

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