Cuestión de pechos

Cada día cien mujeres en Argentina se colocan implantes de mamas. La cifra corresponde a estimaciones de la Sociedad de Cirugía Plástica, Estética y Reparadora.
Hace diez años eran veinticinco las mujeres que recurrían al bisturí para aumentar de tamaño sus senos. Según testimonios de cirujanos locales, la mayoría lo hace para encontrarse más seductora o satisfacer los deseos de sus maridos, novios o apaños de turno. Al parecer, son pocas las que llegan planas como una tabla y necesitan, urgentemente, poner algo donde hay casi nada.
El año pasado algunas discotecas argentinas, cuyo ejemplo imitaron más tarde en España, sorteaban operaciones para las jovencitas. El escándalo destapó que estos regalos de cumpleaños para adolescentes, por parte de sus padres, eran algo casi, casi, habitual.
Con estos antecedentes presentes, el diario Clarín publicaba esta semana un par de datos interesantes: el 50 por ciento de las operaciones de cirugía estética son de mama y de éstas, el 45 por ciento corresponden a mujeres que tienen menos de 30 años.
Después de leer el informe me eché un vistazo al espejo. De frente y de perfil mis lolas, como se llaman popularmente en Argentina, son según mi criterio- de tamaño mediano. Mi par de gemelas no parecen, ni en mi peor pesadilla, una cosa descomunal. Tampoco algo ridículo.
Volví a mirarme y remirarme otra vez en el espejo y traté de recordar si en mi vida había recibido alguna crítica por cuestión de tamaño. La respuesta fue negativa.