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Blogs El talón de América por Carmen de Carlos

“Cocalero”, la historia santa de Evo Morales

Carmen de Carlos el

Dicen que al presidente de Bolivia no le ha gustado la película Cocalero. Si es cierto, Evo Morales habrá demostrado con ese gesto la alergia que le produce una sobredosis de adulación.
La cinta se estrenó hace unas semanas en Buenos Aires. En ella, se supone, se trata de contar el nacimiento de un líder indígena que logró conquistar el poder por la fuerza de los votos.
Las primeras tomas del documental arrancan en vísperas de la caída del presidente Carlos Mesa, empujado a dimitir en un país que se encontraba al borde de la guerra civil por la actuación, entre otros, del propio Evo Morales.
La participación del actual presidente boliviano en las revueltas previas a la renuncia de Mesa y su laxo pensamiento sobre el futuro de los hidrocarburos bolivianos, del que luego ha hecho bandera firme de su gestión, están ausentes en lo que pretende ser una biografía de última hora.
Tampoco se avista, por ningún rincón, su lucha sindical y como diputado en un Congreso que le dio con la puerta en las narices, una y otra vez. Se echa en falta, igualmente, los enfrentamientos con los otros gremios y su ambición sin límite por alcanzar el poder.
No se oye una palabra de la guerra cainita que mantuvo con Felipe Quispe, ex compañero de celda y de armas en el movimiento Tupa Katari, del actual vicepresidente, Alvaro García Linera, orgulloso confeso, una vez investido vice presidente, de su pertenencia a un movimiento donde, aprendí a matar.
En ningún momento se le plantea a Evo Morales la cuestión que más le irrita y que dentro de Bolivia y en medio mundo se discute: ¿Qué es ser un indio? El término, pese a resultar peyorativo en España, en Bolivia es respetuoso y utilizar en su lugar el de indígena, se entiende como una ofensa.
Sí está presenta en la película -y es muy ilustrativo- el pronóstico de García Linera, sobre los beneficios que tendría y tuvo- Evo Morales con el desmoronamiento de un Gobierno que él ayudó a sostener mientras le convino y dio la espalda para sacar provecho personal.
Dicho esto, los aspectos humanos del hombre que parece haber nacido santo, a tenor de la película, están bien retratados. Las escenas en la peluquería, su zambullida en el río, su inseparable camiseta del Real Madrid con este equipo sí debe estar feliz- y su reconocido sentido del humor reflejan a la persona afable que es en el trato personal.
Tampoco se habla de su descendencia parece algo contagioso entre los presidentes de la región renegar de sus hijos- pero sí de cómo un pueblo originario fue capaz de organizarse con verdadero sacrificio y esfuerzo para tratar de cambiar el curso de una historia injusta.
Resulta interesante el papel de las mujeres, verdadero sostén de las familias y militantes infatigables del MAS (Movimiento Al Socialismo). Su influencia en este despertar de la nueva Bolivia, -hasta para votar en la selva-, es definitiva. La estrategia de ponerse en primera fila en las manifestaciones para que el Ejército no se ensañe con sus maridos y su trabajo en el cuidado y recolección de la sagrada hoja de coca, es encomiable.
Hay un fondo real de ternura en el personaje y otro falso de inocencia en Cocalero. Evo Morales sufrió mucho y vivió la mayor parte de su vida humildemente pero nacer, lo que se dice nacer, no lo hizo ayer.

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