El genial discurso de Albert Boadella ha suscitado un interés enorme, y no sólo por divertido, sino por provocador e interesante. Tanto que yo no descartarÃa que esto que empezó como humor acabe, primero, en un movimiento social, y luego, incluso, en una presentación a elecciones.
De hecho, comienza ya a tomar forma de movimiento social, tanto con la conformación de una estructura de portavoces como con el anuncio de la convocatoria de una manifestación. Y esos portavoces han dicho que Tabarnia no es una mera ocurrencia. Y no lo es, en efecto. Es, sobre todo, producto de una larga reflexión que viene de décadas sobre lo caprichoso que puede ser el derecho de autodeterminación y sobre lo fácilmente que podrÃa ser aplicado contra los propios nacionalistas.
Pero, además, Tabarnia, es el reflejo del hartazgo y de la indignación de una parte significativa de los catalanes. ¿Y si decidieran llevar su provocación hasta un extremo y sentar su propuesta en el Parlamento? ¿Con qué argumentos les negarÃan los nacionalistas y Podemos su derecho a la autodeterminación y la unión con España?
SerÃa el broche a la esperpéntica situación a la que han llevado los nacionalistas a Cataluña.
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