Rubalcaba insiste, ayer, en el Congreso, en la descalificación de las tertulias alejadas de su línea ideológica como tertulias de extrema derecha. Volvió a decírselo a Gil Lázaro:
“¿Qué haría usted sin mí los miércoles? ¿Y qué haría usted los miércoles por la noche, cuando pasea por esas tertulias de extrema derecha glosando las infamias que ha dicho en esta Cámara?”
¿A qué tertulias se refiere Rubalcaba? ¿A las de La 10, de Veo 7, de Intereconomía, de Telemadrid? ¿Qué derecha no es extremista para Rubalcaba, si acaso existe alguna? ¿Qué calificación le merecen las tertulias de La Sexta, de 24 Horas, de TVE, de Canal Sur? ¿De extrema izquierda? ¿O, más bien, pluralistas y moderadas?
Y Rubalcaba es el probable candidato a la presidencia del Gobierno por el Partido Socialista. Un candidato para el que los puntos de vista que no coinciden con los suyos o que lo critican, en este caso, por el escándalo del Faisán, son extremistas. Y un candidato para el que el caso Faisán, la acusación de un chivatazo policial a ETA en el marco de una negociación entre el Gobierno y los terroristas, le parece motivo de chistes y risas, aquello de que usted es como la canción de Amaral, que también le dijo a Gil Lázaro, con la celebración alborozada de los diputados socialistas.
Se trata de la conocida estrategia de que la mejor defensa es un buen ataque. Pero se trata también del perfil del probable candidato socialista a la presidencia del Gobierno de la nación. El Faisán le produce risa y la derecha le produce intolerancia.
Intolerancia
