El montaje humorístico de Tabarnia es excelente, divertido además de inteligente. Pero ni es nuevo ni ha funcionado jamás. Hace muchos años que bastantes hemos utilizado ese argumento para explicar por qué la soberanía y el llamado “derecho de autodeterminación” son mucho más complejos de lo que nos quiere hacer creer el nacionalismo catalán o el vasco. Y hemos fracasado estrepitosamente en nuestro empeño.
Si quieres la autodeterminación para el País Vasco, ¿con qué argumento vas a rechazar a continuación, la autodeterminación para Álava, por ejemplo? O, si decides unilateralmente que la soberanía reside en Cataluña, ¿Por qué no van a poder decidir los tarraconenses que resida en Tarragona?
Hace décadas que lo estamos explicando y prueba de nuestro fracaso es el enorme éxito del manipulador “derecho a decidir”. “No soy nacionalista ni independentista, pero estoy de acuerdo con el derecho a decidir de los catalanes”, proclaman incluso personas aparentemente inteligentes, y, sobre todo, con mucha capacidad de adaptación a la corrección política. ¿Estarán de acuerdo también con el derecho a decidir de Tabarnia?
¿Conseguirá el sentido del humor desmontar el argumento débil y falso del “derecho a decidir”? Lo dudo, porque su inconsistencia intelectual ha sido siempre evidente y, sin embargo, ha funcionado. Y de qué manera.
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