Oídas las reflexiones de Arantza Quiroga en su discurso de dimisión… menos mal que se va, deben de pensar muchos votantes del PP. Evidentemente, su nombramiento fue un gran error. No sólo porque fue una líder ausente desde el primer día, no únicamente esta última semana, o porque gustaba de cortar cabezas de personas más capaces que ella misma como Iñaki Oyarzabal.
Aún más, por esas increíbles ideas que no ha tenido empacho en ratificar hoy, para bochorno, imagino, de muchos votantes del PP. Ha asegurado que presentaría “una y mil veces” ese texto que le obligaron a retirar desde el Gobierno y en el que rebajó la condena a ETA para integrar a los proetarras. Tremendo, y en las antípodas de la ideas fundamentales de su partido.
Resulta que lo de la semana pasada no fue un despiste, o una ingenuidad, o simple torpeza, tampoco una manipulación de Bildu, como ella misma insinuó. No, resulta que Quiroga cree firmemente en ello, en ideas que firmaría con entusiasmo el PNV, hasta Bildu. Eso de que el PP “fue vanguardia en la lucha contra el terrorismo”, pero tiene que ser ahora “vanguardia en la búsqueda de la convivencia”. Y que hay que “ser valiente para afrontarlo”.
Para renunciar a los principios, quiere decir, y avenirse a que se sientan cómodos y contentos quienes siguen apoyando a ETA. En lugar de pensar, como sus compañeros y votantes que más vale ser minoría, como ha sido siempre el PP en el País Vasco, y valiente para defender los principios antiterroristas sin ceder un ápice frente a las exigencias de los terroristas y sus valedores.
Porque el PP vasco es minoritario en votos pero tiene un peso trascendental en el mensaje nacional de la derecha. Ni puede estar desaparecido, como estaba, ni mucho menos, ponerse a “ser valiente” para acomodar a los proetarras.
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