Sé que hay atentados fundamentalistas casi cada día, que niños, mujeres y hombres son asesinados por los terroristas por nada, porque pasaban por esa calle, porque montaron en ese autobús, pero hay crímenes que quizá tengan la capacidad de despertar de una vez la conciencia de los occidentales. Como el de los 12 iraquíes que fueron asesinados el sábado por ser hinchas del Real Madrid y ver la final de la Champions. Como otros 12 iraquíes unos días antes en una peña madridista de Bagdad.
Él sentido figurado con el que tantas veces usamos alegremente la expresión “morir por nuestro equipo” se convierte en una terrible realidad allí donde llegan los terroristas fundamentalistas. Que estos terribles atentados sirvan al menos para acabar con tanta lamentable teoría sobre la “complejidad del terrorismo”, sobre la “necesidad de entender sus causas”, sobre la conveniencia de “evitar las respuestas militares”. Como si hubiera algo que entender de quienes te asesinan por ver un partido de fútbol, como si hubiera algo que debatir sobre la respuesta a una barbarie de estas dimensiones.
Postdata: Ha sido encomiable la respuesta del Real Madrid como lo muestran los valientes reclutas que se pusieron la camiseta en agradecimiento (en la fotografía), pero todos los gestos serán pocos para las víctimas de estos terribles atentados
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