Muchos, empezando por los propios antimadridistas, contestarán que debido precisamente a Mou. Pero Mou es sobre todo una excusa para que el antimadridismo, que era igual de fuerte antes de que él llegara al Madrid, haya aflorado en todo su esplendor.
Ya fue llamativo que aquella expulsión de Pepe por falta inexistente a Dani Alves en la ida de la semifinal de la Champions fuera ignorada por los supuestos observadores imparciales situados teóricamente más allá del ámbito del madridismo o del barcelonismo. Y más llamativo es aún que el escándalo de los últimos días se haya limitado al dedo en el ojo de Mourinho pero no haya dedicado la más mínima atención a algo más grave que fueron los insultos racistas a Marcelo. En un país como el nuestro supuestamente tan sensible a cualquier manifestación de repugnante racismo como fue esa.
Y planteo lo anterior a partir de la convicción de que ni el Barcelona ni el Madrid es mejor o peor en deportividad, en buenas maneras o en respeto. Pero con la diferencia de que no hay un extendido antibarcelonismo, pero sí un importante antimadridismo, debido, me parece, a que el Madrid es identificado por bastantes, sobre todo desde ámbitos nacionalistas, como el representante del centralismo, de la derecha y del nacionalismo español.
La cosa ha llegado a casos curiosos como el de ver a un periódico como El País, con muchos más lectores en Madrid que en Barcelona, subido a la cresta de este reciente antimadridismo disfrazado de antimourinhismo. Y eso que Rubalcaba es del Madrid. Tendrá que disimularlo durante la campaña, tal como se han puesto las cosas…
Los porqués de Mou
