Yo he citado más de una vez los libros del abogado americano Philip K. Howard que son fantásticos análisis de algunos de los absurdos creados por la sociedad de los derechos. Muy en especial su libro La muerte del sentido común, publicado en 1996, relata algunos casos de reivindicaciones entre cómicas, absurdas e indignantes de derechos ciudadanos en esa sociedad de abogados y pleitos que es Estados Unidos.
Pues bien, España ya puede aportar otro delirante caso a la lista de Phipip K. Howard y la muerte del sentido común que es esto de la Universidad de Sevilla sobre los derechos del copión. Que te pillan con las manos en la masa o empuñando el cuchillo clavado en el estómago de tu víctima, pues nada, tú sigue clavando el cuchillo, que luego se nombrará una comisión y ya se verá si hubo delito o no hubo delito.
En la misma línea de ese derecho, ya existe otra norma, en mi propia universidad, por ejemplo, la Universidad Rey Juan Carlos, que es digna de entrar en la lista de Howard. La norma otorga a los alumnos suspendidos la posibilidad de impugnar un suspenso y pedir que el examen sea valorado por un tribunal formado por otros tres profesores. Con el resultado de que alumnos con exámenes de 1, de 2, hasta de 0, te pueden impugnar un examen, me ha pasado, porque hasta el más zoquete de los alumnos tiene derecho, por supuesto, a suponer que el profesor está equivocado y, además, sabe menos que él.
Y luego nos preguntamos por los problemas de la educación, cuando lo ocurrido en Sevilla no es una extravagancia, sino más bien un reflejo del concepto de educación democrática crecientemente extendido en nuestro país. Y la democracia significa en este caso que el más bruto de los alumnos, o el más tramposo, tiene los mismos derechos que el profesor.
Absurdos sociales
