Si reivindicamos la igualdad, debemos asumirla con todas sus consecuencias, para lo bueno y para lo malo. Y es lo que echo de menos, lo que me incomoda como mujer, en la protesta de las funcionarias de prisiones. Se oponen a la extinción de las escalas masculina y femenina del Cuerpo de Ayudantes de Instituciones Penitenciarias con el argumento de que ello las obligará a ocuparse también de los reclusos varones.
Y ellas reclaman que accedieron a su puesto sin que se les exigiera requisito físico alguno y que la vigilancia de hombres sería demasiado peligrosa para ellas. ¿Y no lo es igualmente para los hombres? ¿Acaso ellos no accedieron con los mismos requisitos?
Porque si se da la razón a las funcionarias de prisiones, habrá que concluir que las mujeres no deberían acceder, o hacerlo muy restrictivamente, a las profesiones que impliquen actividad física o algún peligro, empezando por la Policía y el Ejército. ¿Pero no decíamos que estamos igualmente capacitadas? Eso creía yo y eso desearía seguir creyendo.
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