La extrema izquierda se ha indignado con Félix de Azúa y su descalificación de Ada Colu, “Ada Colau debería estar sirviendo en un puesto de pescado”. Machista y clasista, le llaman, y la verdad es que estoy básicamente de acuerdo con la crítica a Azúa. Sobre todo, con lo de clasista, con esto de ejemplificar la incultura, la vulgaridad, la falta de formación y la brutalidad, rasgos todos ellos de Ada Colau, con una pescadera. Como si tales características estuvieran asociadas a determinadas actividades y, sobre todo, a una clase social. Y, en menor grado, coincido también con el rechazo a las palabras de Azúa por su machismo, por la facilidad con la que algunos hombres tienden a hacer este tipo de paralelismos con las políticas y no con los políticos, el mismo Pablo Iglesias, por ejemplo, sobre el que no se les ocurren paralelismos comparables, y hay unos cuantos que nos vienen a la cabeza…
Pero lo cierto también es que Ada Colau es inculta, no tiene formación, es vulgar, zafia, intolerante y extremista y que es una vergüenza para Barcelona estar dirigida y representada por semejante mujer. Que es lamentable que una persona de tan ínfimo nivel intelectual haya llegado a la élite política, que tantos y tantos ciudadanos la hayan elegido, que tantos medios de comunicación la ensalcen.
Y lo cierto también es que los mismos que se indignan por lo de la “pescadera” Colau están encantados con descalificaciones semejantes a políticos situados en el otro extremo ideológico. Por ejemplo, a Donal Trump, a quien le están insultando de todas las maneras posibles en una buena parte de los medios de comunicación del mundo. Por ejemplo, y más o menos al mismo tiempo que Azúa a Colau, John Carlin, articulista que, por otra parte, me parece excelente aunque discrepe muchas veces de él, llamaba Neandertal a Trump y también a sus seguidores: “La mayoría (de los estadounidenses) votó dos veces por Barack Obama, cuya clase e inteligencia parecen colocarlo en una rama evolutiva diferente de la de Trump y sus neandertales seguidores” (ayer, en El País, “Trump:’Hay que rodearse de gente sin éxito'”.
Y es de lo más suave que le han llamado a Trump, quizá porque los brutos, vulgares y primarios, los aludidos neandertales, no viven actualmente y no hay nadie que se vaya a ofender. Pero la comparación es tan ofensiva como la de la pescadera y los mismos que se enfadan con lo de Colau, aceptan perfectamente que se le aplique a Trump.
Trump es comparable a Colau, son parte de la misma degradación populista de la política, ambos representan la incultura, la vulgaridad y la brutalidad llevadas al poder vía irresponsabilidad ciudadana, mediática e intelectual. Lo escribí hace unos días en ABC papel (“La irresponsabilidad de los intelectuales“). Pero si nos ponemos respetuosos y exquisitos con unos, con los de la extrema izquierda, que es lo habitual, pongámonos igual de exquisitos con los otros, con los de la extrema derecha.
Sin categoría