No vi la ceremonia de los Goya, tengo otras prioridades los sábados, pero he leído en los periódicos de papel y digitales de esta mañana que varios cineastas recomendaron a Rajoy que fuera al cine. Al parecer, el presidente había dicho en una entrevista que no iba a las salas de cine. Y varios cineastas le recriminaron lo que consideraban una actitud poco edificante. Como si ver cine en las salas de cine y no en casa fuera reprochable y un mal mensaje a los ciudadanos.
Otra vez la arrogancia de los cineastas españoles, esa convicción de que ellos y su actividad tienen una superioridad moral sobre el resto, muy en especial sobre el resto que es de derechas, por supuesto.
Como si a los periodistas se les ocurriera exigir a los cineastas que leyeran periódicos de papel todos los días, y, en su defecto, tuvieran como mínimo una suscripción digital a un periódico. Por supuesto, jamás he visto tal recomendación aunque la lectura de periódicos sea, es, bastante más importante para la formación ciudadana que el cine.
¿Y cuántos directores, actores, guionistas o trabajadores del cine leen periódicos de papel en España? ¿O tienen suscripciones digitales? Puede que la respuesta sea inquietante para el periodismo.
Pero las lecciones morales sobre la formación y los hábitos culturales, además de políticos, las dan ellos, que para eso forman parte del llamado cine español, del insoportablemente arrogante cine español.
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