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Kirchner, la portera maltratada

Kirchner, la portera maltratada
Edurne Uriarte el

La propia presidenta argentina se definió así hace unas semanas, como “un arquero maltratado”, al comienzo de la negociación final con el juez Griesa para la devolución de la deuda argentina a los acreedores. Coincidía con el inicio del Mundial de fútbol y Kirchner se vio a sí misma en la portería de la selección, agredida y acosada por todos, comenzando por los árbitros.
Es la estrategia del patriotismo y del populismo, “patria o buitres”, que Cristina Fernández de Kirchner y su Gobierno, con el ministro Axel Kicillof al frente (en la fotografía, junto a la presidenta) despliegan para eludir la responsabilidad de devolver lo que se debe ( o la estrategia de las mentiras y de las trampas, como analizan hoy en La Nación Jorge Oviedo, “Holdouts: una dura realidad o un eficiente espejismo“, y Mariano Grondona, “Tras el protagonismo de Cristina”).
Que es, simple y sencillamente, lo que ocurre en el asunto del default argentino. Que el Gobierno se niega a cumplir la sentencia de un juez de Nueva York, Thomas Griesa, que ha dictado lo esperable en cualquier Estado de Derecho, que las deudas se devuelven. En este caso, a quienes se negaron a aceptar en su día una quita de casi el 70%.
Kirchner también ha afirmado que “todo Gobierno tiene que estar dispuesto a negociar, pero no a someter a su país a una extorsión semejante”. Es decir, a esta intolerable pretensión de cobrar que tienen los acreedores.
Por eso mismo, ella y su Gobierno llaman “buitres” a los acreedores, es decir, gentuza, carroña. Por la escandalosa voluntad de ganar tanto dinero en lugar de aceptar una quita del 70% o, mejor aún, del 100%.
Más asombroso aún que el populismo anterior es su notable acogida en respetables círculos económicos y políticos del progresismo mundial. Hasta generalizar la denominación “buitre” y extender cierta idea de enfrentamiento entre los malos, los que quieren cobrar la deuda, y la víctima, el Gobierno argentino que se niega a pagar lo que debe. Pues los Estados entrarían en bancarrota por el bien social mientras que los bonistas serían unos insaciables y malvados capitalistas.
De ahí que la arquera maltratada sintiera añoranza por Hugo Chávez antes de ayer, cuando aterrizó en Caracas: “Extraño cuando me venía a recibir al aeropuerto”. Ah! lo que el fallecido líder bolivariano podría hacer con ese desalmado juez neoyorkino que condena a pagar las deudas.

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