A no ser que el PSOE demuestre lo contrario y sea incapaz de doblegar a Sánchez incluso tras la rectificación de Ciudadanos. Pero lo esencial a estas horas es que la investidura del ganador de las elecciones parece casi definitivamente desbloqueada porque Ciudadanos ha tenido la sensatez y el sentido de responsabilidad suficientes para modificar su posición inicial y entrar en una negociación que hasta ahora negaba.
Y es que la alternativa era el despropósito, el ridículo internacional, la insensatez sin límites de unas terceras elecciones. Por culpa del PSOE y su incapacidad para librarse de su líder sobre todo, pero también por un partido como Ciudadanos atrapado hasta ahora en su veto a Rajoy y en su doble vara de medir para con el PSOE y para con el PP.
Sus condiciones para la negociación son un error en su mayoría, y el tiempo se encargará de demostrarlo, pero lo cierto es que la mayoría insuficiente obliga al PP a aceptarlas. Incluida esa dimisión por la mera imputación que más temprano que tarde atrapará también a algún líder de C’s que entonces clamará por la presunción de inocencia. O esa engañosa reforma electoral por una mayor proporcionalidad en la C’s no explica que algunas provincias poco pobladas deberían quedarse con mínima representación y en un momento político que ha dejado bien claro que es un sistema mayoritario lo que España necesita de verdad. O esa comisión de investigación sobre el caso Bárcenas que no sólo está en los tribunales sino que ha sido políticamente juzgado por los ciudadanos en dos elecciones y no sólo en una.
¿Será posible después un Gobierno con un mínimo de estabilidad? Veremos; lo ocurrido en este último año demuestra que cualquier cosa es posible en nuestro país, también, o aún más, con los nuevos partidos que llegaron para regenerar la democracia y para acabar, decían, con los vicios y errores de la vieja política.
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