Sabíamos casi todo lo que iba a decir el presidente en el apartado económico de su discurso. Pero había cierta expectación sobre el relativo a Cataluña. O escepticismo, según se mire, desde esa parte de la derecha que le exige mayor contundencia y agresividad hacia el nacionalismo rupturista.
Y Mariano Rajoy ha ofrecido alguna sorpresa en el discurso económico, básicamente, la tarifa plana de seguridad social de 100 euros para las empresas que contraten trabajadores al menos para tres años, pero, sobre todo, ha hecho un discurso nacional difícilmente objetable para esa derecha crítica con sus posiciones, incluso para la que se le ha ido a otro partido, a Vox.
No tanto por su reiteración de que el referéndum independentista no se celebrará, lo ha dicho anteriormente varias veces, sino por la brillante pedagogía política con la que ha explicado el núcleo democrático de este asunto, el del sujeto del derecho a decidir:
“Nadie unilateralmente puede privar al conjunto del pueblo español de su derecho a decidir”
He ahí, en esa frase, toda la cuestión. Que el sujeto del derecho a decidir es el pueblo español. Todo lo demás, la voluntad del independentismo catalán o de cualquier grupo de españoles que quieran decidir sobre otras materias, es una ruptura del sujeto de soberanía. Es decir, de la sustancia primera sobre la que se asienta la democracia.
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