Si sólo una minoría de catalanes es independentista, ¿por qué la mayoría va a votar a favor del independentismo según todas las encuestas?
Porque el chantaje funciona, lo hemos constatado durante varias décadas. Toda presión nacionalista logra algún resultado beneficioso para sus votantes. Ahora, una presión extrema como ésta, confían los votantes del Junts pel Sí y de CUP, conseguirá sentar al Gobierno en una mesa para hacer las correspondientes concesiones a Cataluña en detrimento de otras comunidades.
La mayoría de votantes de Junts pel Sí no quiere realmente la independencia. Los catalanes no están locos, como escribí en mi columna de papel ayer. Intuyen, temen, el panorama suicida al que se abocarían. Y saben, es la experiencia hasta ahora, que no sólo funciona el chantaje, sino que la ruptura de la legalidad no tiene consecuencia alguna. O que, pase lo que pase, esto acabará como siempre, con el “diálogo” y con nuevas ofertas de privilegios a los nacionalistas.
La duda, lo que no han calculado, es el grado de indignación del resto de españoles que quizá por primera vez en cuarenta años vaya a conseguir que el chantaje, ésta vez, no funcione.
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