Cuando la prensa mundial publicó la fotografía de más arriba (septiembre de 2005), de la agencia Reuters, no recuerdo una oleada de críticas en España contra la ética tanto de su realización como de su publicación. Ni siquiera recuerdo una minoría crítica. A pesar de que se trataba de una invasión de la intimidad, pues la fotografía captaba una nota privada de George Bush a Condoleezza Rice en la que pedía permiso para salir al cuarto de baño durante una importante reunión del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas (“Creo que necesito una pausa para ir al cuarto de baño. ¿Es posible?”)
Y, sin embargo, una fotografía equivalente, la que captaba un mensaje privado recibido por Rubalcaba en su móvil, ayer, en el periódico El Mundo, ha suscitado una reacción completamente diferente. Ha sido dura y ampliamente criticada, por invasión de la intimidad. Y eso que esta segunda fotografía contenía, al menos, una supuesta información política (“Me dice nuestra informadora del Ayuntamiento que Gallardón va a Defensa)
De acuerdo en lo sustancial en la consideración de que se trata de una invasión de la intimidad y de que los medios no deberían publicar estas fotografías. Siempre, claro está, que los medios no hagan distinciones entre unos políticos y otros dependiendo de su color ideológico. Y que, quienes ahora se escandalizan por la fotografía de Rubalcaba, lo hagan igualmente cuando la invasión de la intimidad afecte a George Bush o a cualquier otro líder conservador.
Y siempre que la regla valga en todas las circunstancias y que lo que en este caso se considera invasión del ámbito privado, también se considere como tal, cuando se roban documentos, por ejemplo, y se publican, a pesar de haber sido obtenidos asaltando ordenadores, o móviles.
Ética periodÃstica
