Hay gran entusiasmo periodístico por la intervención de Albert Rivera en el programa de Jordi Évole, “porque venció a Iglesias”, dicen, que es como entusiasmarse porque, pongamos, Rajoy venciera al líder de un partido de extrema derecha… Lo damos por supuesto, y no necesariamente por el acierto de Rajoy, sino por el rechazo mayoritario hacia las posiciones extremistas. Vencer a un chavista en un país democrático se da por descontado, incluso antes de debatir.
Pero el encantamiento con Rivera pasa por alto éste y cualquier otro problema. Sobre todo, el despliegue de ideología progresista de Rivera en el programa (un análisis en mi artículo de hoy en ABC papel, Pablo y Albert con Jordi) y que tuvo su momento más llamativo en la defensa de Rivera frente a la “acusación” de ser de derechas lanzada por el extremista. “Por suerte, Ciudadanos no es de derechas”, le dijo a Pablo Iglesias.
Por si alguno de sus admiradores de la derecha se quedó con alguna duda, también equiparó a Esperanza Aguirre, Alfonso Rojo, Isabel San Sebastián y Arcadi Espada con Nicolás Maduro, cuando el extremista le afeó el apoyo de estas personas a Ciudadanos. “Y a vosotros, Nicolás Maduro” dijo Rivera, evidentemente avergonzado de que personas “de derechas” le elogiaran.
Posiblemente, Rivera consiguió con ese debate más votos entre los jóvenes y en el centro-izquierda. Pero, ¿qué pasará con los votos de derechas que se fueron del PP a Ciudadanos? Y ¿qué pasará con sus grandes apoyos periodísticos e intelectuales en la derecha? Quizá poco a corto plazo, y eso incluye las elecciones, pero seguro que mucho a medio plazo.
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