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Blogs Deco-adicción por Patricia Espinosa de los Monteros

Artesana y de pura lana

Artesana y de pura lana
Patricia Espinosa de los Monteros el

Voy a aprovechar la oportunidad que tengo con este blog, para, de vez en cuando, ir presentando talleres artesanos de todo tipo, que aun operan a lo ancho y largo de nuestra geografía… y mas allá.

Y por supuesto, quiero presentar también sus trabajos que son el resultado de siglos de oficio, de familias entregadas, de un saber transmitido de padres a hijos, de maestros a oficiales, de técnicas y conocimientos que llenarían libros enteros.

La fidelidad de estos artesanos por su trabajo, su amor por la calidad, por el cuidado del entorno, por el modo SLOW, hacen que lancemos un grito de guerra en su favor, y para que quien lo lea, pueda ayudar con sensibilidad y aprecio, estos trabajos.

Sobre todo, lo que quiero dejar bien claro, es que si no los reconocemos como únicos, los vamos a perder y desgraciadamente, ya van quedando muy pocos. Así que aquí les dejo dos historias muy cálidas, ¡sobre mantas, vamos!.

La lana fue una de las industrias mas productiva de la península durante siglos, por la importancia de la cabaña lanar que aquí se criaba y porque la lana es la mejor fibra natural, aislante del frio y del calor, antihumedad, antiestática, no acumula polvo, es ignifuga y no se arruga…

 

En España fuimos expertos tejedores y no solo de mantas sino también de alfombras, cuando en Europa ni se conocían, tanto es así, que se cuenta que cuando Catalina de Aragón se casó con Arturo, Príncipe de Gales, se envió a Inglaterra un surtido de alfombras para que cubrieran el suelo al paso de la comitiva. Cuando llegó el Cortejo de la Novia Real, las encontraron colgadas, pues no pensaban los ingleses que aquellas maravillas eran para ser pisadas.

Con lana merina se tejía en toda Castilla y León y los centros textiles mas importantes de esa zona, fueron Palencia, Béjar y mucho después, El Val de San Lorenzo, Hoy día en Palencia han desaparecido definitivamente los telares, en Béjar están a punto de hacerlo y en Val, quedan unos pocos: Tejelana de Cabo, Textil Maragata, Taller de Falagan, Paños de Lana o Santiago Geijo con su preciosa fachada trasera.

 

Val de San Lorenzo, un pequeño pueblo de arrieros a pocos kilómetros de Astorga, es un reducto lanero superviviente a la crisis que se llevó a casi todos los tejedores a Cataluña y Valencia a mediados del siglo XIX.

Las mantas se empezaron a fabricar allí, en 1858, antes habían hecho paños burdos, cobertores y estameñas, una tela de sayal que se usaba para el traje regional. “Pero tras caer en desuso ese tipo de telas, a uno de sus vecinos se le ocurrió la fantástica idea de acudir a Palencia donde las mantas tenían gran fama, para conocer de primera mano su maquinaria y copiar las mantas palentinas, fue una especie de espionaje industrial –el primero diría yo- en toda regla.” y el que nos cuenta esto, es Laurentino de Cabo Cordero, al frente de Tejelana de Cabo, un negocio familiar al que pertenece desde hace generaciones.

 

En Val quedan ya pocos tejedores, pero acercarse al pueblo y contemplar las escenas diarias de los operarios acarreando fardos de lana, o lavando las mantas en los lavaderos, no tiene precio y aunque parezca una escena de película, todavía es real.

“La de la lana es una industria que abarca muchas áreas, -nos cuenta Maria del Carmen, al timón de Textil Maragata, otra superviviente- desde la negociación del tejedor con el ganadero para acordar el precio de los fardos de lana en bruto, a su lavado, su teñido si lo necesita, siempre con tintes naturales en unos calderos donde se hacen las mezclas, pasando luego a la fase del hilado para hacer la mecha,  torcerla y que quede mas resistente, montar las canillas desde las que se empezara la fase de tejido y preparar la urdimbre y la trama. Una vez finalizada, volver a lavar, secar, abatanar y cardar para que las mantas sean de la mejor calidad”.

«en la Edad Media había un maestro para cada fase del proceso, ahora uno mismo es maestro de todo» nos dice quejoso Laurentino, pero él solo, en 10 horas puede crear unos 80 kilos de hilo y tarda unas 2 horas y media en tejer una manta, con una maquinaria que de 100 años.

Las mantas maragatas son de lana de oveja merina, y en Val se utiliza siempre lana de oveja del país pues en cuestión de mantas, ninguna lana es mejor que la de las ovejas merinas leonesas que no pican y es la segunda mejor del mundo.

En esta fabricación, es fundamental el agua que las lava varias veces y con las que se mezclan las tinturas. La de aquí es muy blanda, sin impurezas, buenísima para los procesos de lavado, abatanado y cardado que es un proceso casi de mantenimiento para que las mantas no se terminen abriendo. Laurentino lo hace cuando sus clientes le traen mantas antiguas quejandose de que han dejado de abrigar. “Hoy dia en mi telar quedo yo solo”.  Tenia 6 años cuando comenzó a aprender el oficio y 14 cuando le dejaron manejar un telar.

En Val de San Lorenzo, son famosas tambien las mantas con mensaje, pues existía la costumbre de bordar una frase dirigida a los descendientes. Era muy típico regalar mantas y cobertores, por la boda, el bautizo o dejárselos en herencia a los hijos y casi siempre se personalizaban con las iniciales en azul cobalto y letra romana, pero en otras ocasiones se añade una parrafada que cuenta cómo era el dueño de aquel cobertor y a los que se dedicaba. Enmarcado entre franjas azules, rojas o granates

 

Ezcaray, por su parte, está al otro lado de Castilla, en la Rioja, en el Alto Valle del Oja a 813 metros de altura, rodeado de bosques y agua en abundancia. Aquí además del mejor vino del mundo, también tienen unas de las mejores mantas, pero estas son de Mohair, una fibra natural de lujo, hecha con el pelo de la cabra de angora.

Desde el S. XV, en esta región se tejía, se teñía, se cardaba y ya Carlos III, mandó construir en el pueblo, un edificio imponente que albergó la Real Fábrica de Paños, (hoy el ayuntamiento) y que llegó a contar con mas de 1000 obreros trabajando en ella.

Pero en la actualidad solo quedan una firma al frente de los telares en Ezcaray y es la única de España que trabaja el mohair , la alpaca y el cashmere. utilizando las mismas técnicas que hace siglos.

La empresa es hijos de Cecilio Valgañon se fundó en 1930 y derivó del negocio de fabricación de paños, al de bufandas y mantas de lujo en mohair y cashmere, llevan ya 3 generaciones tejiendo y lo que les queda, pues aquí el éxito, desde 1950, les ha venido de la mano de las grandes empresas del lujo y de la moda europeas. Desde Zara hasta Hermes, Conran Shop, Armani Casa, Ralph Lauren, Agatha Ruiz de la Prada o Loewe, sus productos se los rifan en todas las ferias de Europa desde 1950 y Elisa Valgañón, directora internacional de la firma, asegura que ella está convencida de que el mercado artesanal está en auge y cada vez se valoran mas los buenos productos con técnicas milenarias y respetuosas y sostenibles. Y esto lo puede comprobar siempre que salen a las ferias.

 

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