Me faltaba una promesa por cumplir (tal vez haya por ahí alguna otra, seguro) y tras dar cuenta de lo que vi durante el festival de Berlín, me quedaba lo otro, dar cuenta de lo que leí, que tal y como avisé era el libro de Carlos Marañón “Un partido de leyenda”, sólo apto para aquellos a los que les gusta el cine, o les gusta el fútbol, o les gustan ambas cosas o no les gusta ninguna. Lo primero que le ocurre a uno cuando lee “Un partido de leyenda” es que le entran unas ganas enormes de volver a ver la película, pero con tanto ímpetu y devoción como lo ha hecho el amigo Carlos Marañón, que se la sabe como se sabe sus películas Miguel Marías… Pero no sólo sabe eso y lo cuenta, sino que demuestra un conocimiento alucinante sobre el fútbol en general, sobre el soviético en particular y sobre la época y las circunstancias que rodearon a la historia (real, épica, impresionante) y sus tergiversaciones. Yo siempre había pensado que el fútbol no había tenido, como el boxeo y algún otro deporte (pocos), su gran película, pero Carlos Marañón me convence de lo contrario, de que ese título “menor” de la filmografía de John Huston es mucho más grande que mi cabezota llena de prejuicios y de ideas impropias, o sea, no propias.
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