Por motivos que no necesitáis saber, al menos por ahora, mi película hoy, y tal vez mañana, es ‘Memento’. Su director, Christopher Nolan, tal vez sea joven, tal vez sea modernuqui, tal vez sea engreído… Pero hay algo de lo que no hay duda y que es seguro, seguro: un genio de esto del cine. Probablemente Christopher Nolan sea el director con más talento que ha aparecido en esta década, y… ‘Memento’ podría valer como prueba de esto que digo, pero el último ‘Batman’ es más que una prueba: es una evidencia, es una confesión de plano, es algo tan palpable como el interior del traje de Jessica Alba en ‘Inmersión total’. 
… Pero que no se me vaya la idea: quiero hablar de ‘Memento’, una película que cuantas más veces la ves más perplejo te deja. ‘Memento’ tiene un truco que probablemente todos conocéis: está contada al revés, y nuestra cabeza ha de ir de los efectos a las causas… Pero, no es sólo eso: ya te sabes el truco, te sabes el giro de pie quebrado de las secuencias, sospechas la verdad que ni siquiera acaba de saber ese angustioso personaje incapaz de producir recuerdos nuevos, que se cree un investigador, un vengador, y que es mero material manejable… Cuando ya lo crees saber todo sobre esa peli, te surge otra idea, otra imagen, otra metáfora: quiere hablar del hilo que sujeta la memoria…, quiere sondear las leyes de la manipulación…, quiere voltear el tiempo ante nuestros ojos como un calcetín…, vale, vale…, quiere hablar de todo eso. Pero de repente te viene la luz: si se superpone esta película (esta historia) a la de ‘Atrapado en el tiempo’ (ésa del día de la marmota que hizo otro genio, Harold Ramis), lo que se tiene enfrente es algo demoledor.
Pensad sobre ello.
Y luego, ¡mandadme a hacer puñetas!.
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