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Blogs Una de piratas por Oti Marchante

Tabú y Gomes se hacen un hueco

Oti Marchante el

Puesto que se había creado un minisuspense con el portugués Gomes y su película “Tabú”, me apresuro a dar la mi opinión; la tergiverso un poquito: la próxima película que vea de Miguel Gomes me va a encantar, porque el director de “Aquel querido mes de agosto” me lleva a regañadientes hasta una segunda mitad de este “Tabú” y poco menos que me ordena romperlo a mí y disfrutar de la peculiaridad (o peliculariedad) narrativa y estética del fin de su película… Por eso digo, ya a la próxima a ver si me toca desde el principio y entera. “Tabú” es una historia contada en dos veces, o a dos voces: una anciana extravagante, su hija ausente, su criada de Cabo Verde y su vecina solidaria… Ahí se va la primera hora, de la cual sobran, al menos, cincuenta minutos; o no sobran, vale, pero son absolutamente prescindibles, pues lo que se cuenta de verdad en Tabú es su segunda parte, un “ella tenía una granja en África” narrada en “off” por el gran amor de la vida de esa mujer, su Robert Redford, por decirlo de algún modo… Un melodrama en estado puro, en blanco y negro, con los diálogos al modo del cine mudo (hablan, pero no se oyen) y los sonidos en primer plano sonoro, con una música de fondo con la que se te van los pies en labutaca, y un sentido de la puesta en escena a la altura de un sentido diminuto del humor… Cierto que a una película que se le puede quitar de golpe la mitad sin que pase apenas nada es muy criticable, y que probablemente ese “defecto” para mí es “cualidad” para otros… No lo sé, pero, en todo caso, creo, y lo digo, que personalmente me ha merecido la pena comerme con patatas lo superfluo para estar luego en el resto. Cambio veto por voto en lo tocante a Gomes. Lo del cocodrilo de la foto tiene su porqué en la película, pues el animalejo se convierte en un presagio, un instinto, un termómetro de la aventura interior, y tal y tal…, y no quisiera ponerme en plan Rodrígues, porque yo soy Rodríguez.

Antes “echaron” una peli de Hans Christian Schmid titulada “A casa de fin de semana”, una crónica familiar bien fresquita sobre un matrimonio ya cuajadito y sus dos hijos… No está mal, pero es un poco como toda la primera parte de “Tabú”.

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