¿Quién es la Juani?

No me considero un gran degustador del cine de Bigas Luna. Ni del más prestigiado por los críticos (el primero y más audaz) ni del más apreciado por el público (‘Jamón, jamón’, ‘La teta y la Luna’). Admito que tiene personalidad, fuerza y un sentido de lo impúdico que puede resultarle atractivo a muchos. En la mayor parte de las ocasiones, soy incapaz de atravesar la capa de grasa, durezas y basteces con las que rodea la historia, por muy sensible y delicada que sea en su fondo. ‘Yo soy la Juani’ tal vez sea una de esas películas suyas que consigue ambas cosas: aprecio crítico y atención del público. A mí, me ocurre igual que con otras suyas: entiendo lo peculiar y admirable que cuenta; entiendo a ese personaje, su fuerza y su sentido vital; entiendo también el esfuerzo de Bigas Luna por estar formalmente a la altura de los tiempos, viendo, buscando y hallando en todos los rincones de ‘la modernidad’… Quiero decir, que entiendo todo lo que Bigas pretende y consigue en ‘Yo soy la Juani’, pero sigo sin poder apreciarlo, sin atravesar complacientemente toda la costra de zafiedad de los personajes; y ella, la Juani, y también su amiga, aunque rellenas de una mezcla de ternura y simpatía, es que son extremadamente bastas. Supongo que es necesario tanta vulgaridad para encuadrarlas en lo enfangado de su ambiente, pero…

Por lo demás, también creo que hay demasiado deleite en Bigas Luna por no encontrar más cosa que tópicos en el grueso retrato: el padre bolinga, la madre echada a perder, el novio tonto y bestia, los amigos hechos con los mismos materiales que la comida para perros, el productor tarado, el argentino rijoso, el casero avaro y miserable…

Y ahora alguien dirá: ‘es que todo eso es así’. Y llevará razón, pero…