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Blogs Una de piratas por Oti Marchante

Lincoln

Oti Marchante el

Tras el pulso entre Globos y “nominaciones” podría dar la impresión de que “Lincoln” se ha quedado al pairo y a la expectativa de ver por dónde viene el viento, pero no es la película de Spielberg una vela extendida sino una película muy grande y compleja, que cuida su relato histórico pero que, sobre todo, incide en lo que es el espíritu de nuestra cultura occidental, en la esencia del flujo entre el individuo y la sociedad. Escoge un periodo concreto de la vida y la “obra” de Lincoln, en su voluntad de acabar con una sangrienta guerra y con la “democrática y constitucional” conformidad de la esclavitud…, que sería reparada tras la polémica y complicada enmienda para abolirla. Me gusta la narrativa accesible y didáctica con la que embadurna su personaje histórico, pero me gusta aún más las irisaciones shakespearianas que lo adornan en sus relaciones, con su mujer (Sally Field), con su mano derecha (David Stratham), con sus hijos… Y, francamente, Tommy Lee Jones tiene dos o tres momentos también dignos de Shakespeare por la grandeza interior con que llena su personaje. Lo colosal de “Lincoln”, lo grandioso de su naturaleza narrativa e histórica, no es mayor que los momentos tenues, íntimos y significativos que subrayan aún más la densidad del personaje. Me parece que Daniel Day Lewis ha comprendido más allá de lo físico y anímico a su Lincoln, o si no lo ha comprendido él, sin duda me ha obligado a comprenderlo a mí. No sería una película de Spielberg si no se le pudieran criticar algunos momentos, o excesos, o flecos no necesarios, pero la pulcritud histórica, la voluntad de recoger las contradicciones (el fin y los medios), de asumirlas, y el talento para observar lo pequeño entre lo grande, hacen de “Lincoln” mucho más que una, o “la”, película del año.

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Oti Marchante el

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