Tres horas después, sale uno de “King Kong” golpeándose el pecho con los puños. Bueno, no pienso adelantarme a mí mismo (tengo que escribir la crítica para el ABC), pero sí puedo decir que Peter Jackson ha hecho aún más de lo que las mejores predicciones auguraban: un trabajo homérico, magnífico; hay intriga, hay terror, hay acción como para cotizar en bolsa, hay drama…, y luego está el meollo: la más grande y bestial historia de amor jamás contada, y es en este ámbito en el que la película de Jackson realmente se sale: el romanticismo es brutal.
Además, tengo la ligera impresión de que hay mucho autobiográfico en lo que cuenta este director; para empezar, el monazo se parece a él
y la chica, en cierto modo a su chica (su chica cinematográfica, Kate Winslet, con quien pretendió hacer esta película hace años). Como sois muy del gremio, no os destripo gran cosa si os digo que la escena final en lo alto del Empire State es exactamente la que hubieran querido hacer Cary Grant y Deborah Kerr en “Tú y yo”. Bueno, dejo ahora (las tantas) esto por aquí y ya mañana buscaré alguna foto bien peluda para dejarlo más aseado. Y tal vez también lo apañe un poco, para que no digáis….
Le acabo de pegar unas fotos comparativas, las cuales, tal y como sospechaba, no prueban nada… Aunque no he cambiado el texto que puse anoche, a deshora, tal vez haya un punto ápasionado de más en él. No quisiera crear más confusión de la habitual: me gusta King Kong, pero, para vivir, prefiero mi barrio.
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