A Nuri Bilge Ceylan le han dado un estruendoso aplauso al final de su película, “Sueño de invierno”, aunque sospecho que después de casi tres horas y media viéndola las ganas de aplaudir su final eran inevitables. A Atom Egoyan, más cortita la película y no sólo en metraje, le silbaron y aporrearon sin miramiento: “La cautiva” realmente no cautivó a la mayoría de la sala. A Bilge Ceylan es evidente (para mí es evidente) que le sobra un porrón de preámbulo, unas larguísimas conversaciones entre dos o tres personajes que uno no las aguantaría en la vida real. Empieza a la hora y media pasada con una fuerte discusión entre el matrimonio, que se muestran las tripas como si fueran peces, y luego, hasa el final, aunque queda todo un abismo, adquiere la “trama” algo de interés humanista y sentimental. Este director turco siempre pilla algo aquí en Cannes, ya lleva dos grandes premios del jurado y otro más como director, y este “Sueño…” no sería de extrañar que lo hicicera subir otra vez a recoger algún premio.
Egoyan está desfondado, conserva su pulso sórdido y su elegancia al filmar, y cuenta con discutible intriga el drama de un matrimonio cuando desaparece su hija pequeña, y enseguida sabemos que raptada por un tarado y su red pedófila… Como dura poco, pues se ve fácil, pero le falta a esta película esa inexplicable suciedad que tan bien le extraía Egoyan a sus historias.
Muy curioso el western danés “The salvation”, fuera de concurso, con algún reflejo a “Sin perdón” y con un Mads Mikkelsen lacónico, vengativo y peligroso como Clint. Se agradecen unos cuantos tiros para rebajar los kilos de pasta a palo seco del turco.
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