Desde hace unos días España se ha convertido en una gran película porno. Parece mentira que un país que se dice a sí mismo moderno y avanzado haya caído en algo tan vulgar y soez, como es la apelación a los instintos sexuales para intentar revitalizar la política, como ha sucedido en Cataluña, aunque después se haya extendido a otros ámbitos de la vida política. Hay determinadas cosas que pertenecen a la esfera de la intimidad y la privacidad del ser humano y cuando se sacan a la luz pública reflejan la falta de rumbo, la falta de ideas y, lo que es peor, nos dan una idea de la talla personal de quien cree que, haciendo publicidad de ello, gana enteros en el común de los mortales. Vamos, que los van a votar.
Es lo que sucede cuando se banalizan todas las cosas relacionadas con el sexo y se piensa que los españoles somos tontos y nos vamos a dejar impresionar por lo jadeos cutres de Monserrat Nebrera, el supuesto orgasmo que uno siente cuando vota a Montilla y la utilización que Laporta hace de algunas señoras relacionadas con espectáculos eróticos. Bueno, y sin olvidar los vídeos en los que aparece Leire Pajín junto al presidente del Gobierno en una situación especialmente comprometida y los repugnantes comentarios de algún que otro tertuliano.
Pero aquí parece que no pasa nada, nadie levanta la voz para decir que no se puede caer más bajo y que la política española es algo más que esto. Parece que este tipo de campañas publicitarias son muy progresistas y modernas, y que los que las critican deben ser algo ñoños y antiguos. Pues nada, que continúe el espectáculo. Eso, un poquito más de porno…por favor.
PD. Acabo de escuchar que un consejero catalán llama "gilipollas" a CiU. El nivel sigue bajando.
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