El nombramiento de Soraya Sáenz de Santamaría como vicepresidenta de la Comisión Delegada de Asuntos Económicos ha causado un gran revuelo mediático (a la mayoría de la gente de la calle estas cosas no le interesan ni entienden su alcance político) y ha dado pie a numerosas interpretaciones. En un momento en el que se empezaba a hablar de nuevo de crisis de gobierno y del nombramiento de un vicepresidente económico con un marcado perfil político, Rajoy da la sorpresa y coge con el pie cambiado a los medios de comunicación, que somos tan dados a fabular lo que un presidente, tan hermético como Rajoy, piensa.
La explicación más extendida es que el presidente ha aumentado el poder de la vicepresidenta y ha ampliado sus funciones al ámbito económico. Pero fuentes del Gobierno quitan veracidad a este argumento y aseguran que ha sido algo tan simple como regularizar una situación “de hecho” que ya se venía produciendo, y que no hay nada más.
Aunque es cierto que Soraya Sáenz de Santamaría no formaba parte de esta Comisión Delegada de Asuntos Económicos, la realidad es que desde el primer día asistía a estas reuniones en calidad de “asistente“. En ausencia de Rajoy siempre ha presidido estas reuniones, pero “legalmente” no podía firmar ninguno de sus acuerdos. Fue el propio ministro de Hacienda y Administraciones Públicas, Cristóbal Montoro, al que según el Real Decreto de creación de esta Comisión Delegada le correspondía presidir la reunión, el que pidió a Rajoy que normalizara esta situación anómala. No era normal que estando presente la vicepresidenta él fuera el que presidiera las reuniones.
Ésta, dicen, es la explicación de una noticia que surgió en el Congreso cuando la vicepresidenta llegó tarde a una votación y alguien lo justificó diciendo que estaba presidiendo la Comisión Delegada. A alguien se le encendieron las alarmas.
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