Rajoy se llevó al pasado lunes a la dirección del Partido Popular al Palacio de la Moncloa para celebrar, por primera vez desde que ganó las elecciones, el Comité de Dirección que siempre ha presidido la secretaria general, María Dolores de Cospedal. La cita ha despertado mucho morbo y se han disparado las interpretaciones: que si Rajoy le ha quitado a Cospedal el timón del partido, que si el presidente ha querido poner orden y zanjar los dimes y diretes internos, que si ha sido un espaldarazo a Cospedal reafirmando su autoridad y dejando claro que la sigue apoyando. Según con quién se hable la versión cambia significamente. Pero ninguno de los dos protagonistas (Rajoy y Cospedal) han abierto la boca, conscientes de que hay otros que la abren por ello y no con muy buenas intenciones.
Dicen que Rajoy está cansado de que se ponga en solfa una y otra vez a María Dolores de Cospedal e incluso se cuestione la organización del partido. Aquellos que lo hacen se olvidan de que están donde están porque el PP ha ganado las elecciones, comentan dirigentes populares hastiados de las informaciones que hablan de la rivalidad entre Soraya Sáenz de Santamaría y María Dolores de Cospedal. Esto último también aburre a Rajoy que ha querido separar nítidamente las responsabilidades de las dos mujeres con más poder en este país, después del presidente.
Las cosas, me dicen, son más sencillas de lo que se ha contado. Pero la imaginación es libre para interpretar los hechos como no son.
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