Nunca en mi vida he presenciado en el Congreso de los Diputados una actitud tan miserable como la que han mantenido los diputados de Podemos esta mañana durante el minuto de silencio que toda la Cámara, incluidos los periodistas, hemos secundado para recordar a la senadora Rita Barberá.
No era un homenaje. era una señal de respeto, un gesto de humanidad con alguien que no ha sido condenada por sentencia firme, sino que era una ciudadana que estaba intentando defender su inocencia sobre un supuesto blanqueo de mil euros.
Miserable ha sido la decisión de abandonar el hemiciclo para no participar en este minuto de respeto.
Miserables han sido las palabras de Pablo Iglesias y de Alberto Garzón afirmando que no participan en “homenajes a corruptos”.
Miserable ha sido ese linchamiento de hoy en las redes sociales, donde no hay misericordia para nadie.
Los diputados de Podemos han demostrado hoy lo que son: gente sin humanidad, que confunden la crítica política con las relaciones humanas, que no son capaces de aparcar sus ideas para respetar la muerte del adversario.
Vaya país que quieren construir algunos, sobre el odio y el rencor. Vaya sociedad que pretenden levantar sobre unos cimientos carcomidos por la indiferencia al dolor ajeno y por la acusación gratuita sin pruebas judiciales.
Del día de hoy me quedo con el dolor profundo de aquellos dirigentes del PP que siempre defendieron la honorabilidad de Barberá, como la secretaria general, María Dolores de Cospedal, que siempre sostuvo que debería mantener su escaño: “Fue una mujer honrada, intelectual y muy honesta, así como una gran española”; y con las palabras del diputado socialista Eduardo Madina: “Si este país está discutiendo sobre si hay o no que respetar la muerte, tiene un problema mucho más grave de lo que yo pensaba”.
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